Una protesta final que dé pie a una negociación para dar solución al campo
LOS TRACTORES de Castilla y León están ya en ruta hacia Madrid para unirse a la gran protesta con la que el campo español pretende evidenciar su enorme indignación por las políticas públicas que condicionan tanto su trabajo como su supervivencia como sector productivo. Agricultores y ganaderos han venido desgañitándose desde que comenzaron estas protestas alertando de que sienten que su modo de vida está amenazado y justificando los perjuicios causados al resto de ciudadanos en la situación tan al límite a la que han sido conducidos. La protesta está más que evidenciada y en muchos momentos ha sido reiterativa, imprudente y dañina, incluso para el propio campo castellano leonés a la que le ha causado un perjuicio económico mantener la lucha en las carreteras. Pero queda un último acto. Una escenificación de fuerza y de determinación que esperan que sirva para doblar el brazo a las administraciones públicas para sentarlas a negociar, porque ese debe ser el desenlace natural de este periodo de protestas que ha de llegar a un final. Las gentes del campo no pueden sostener la situación por más tiempo forzando cortes de carretera o tractoradas que lo único que conducen es a perder el favor de la sociedad. El hecho de que las concentraciones, afecciones al tráfico y otras protestas se hayan mantenido hasta ahora indica que aún queda mucho trabajo por hacer en las mesas de negociación. En todas, las del Gobierno, la Junta e, incluso, en Europa. Pero para negociar hay que bajarse del tractor y sentarse en una mesa a discutir pros y contras. Hay que ser conscientes de que hay un tiempo para las manifestaciones y un tiempo para la negociación. Por eso, la tractorada de Madrid debe ser el pórtico de un nuevo clima de entendimiento por todas las partes implicadas. La sensibilización que la sociedad ha sentido por los problemas expresados por los profesionales del campo debe calar en los poderes públicos que han de aprovechar este momento para abrir un canal de diálogo franco y productivo que dé pie a los agricultores y ganaderos a que dejen de causarse daño a si mismos y a los demás con una protesta indefinida que sería contraproducente. La base de ese diálogo está en el planteamiento que les ofreció recientemente el ministro de Agricultura, Luis Planas, con quien han de establecer un marco de negociación al que puedan sumarse las comunidades autónomas y del que salga una unidad de criterio con la que España pueda defender en Europa a su sector primario. Toca bajarse del tractor y empezar a hablar.