Diario de Valladolid
Fernando Méndez Leite. EP

Fernando Méndez Leite. EP

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CARECE SEGURAMENTE del glamour y el carisma de una estrella, pero va sobrado de serenidad, aplomo, sensatez y humildad. Cualidades imprescindibles para el liderazgo del organismo organizado del cine español. Para prueba, unos Goya. Ha sabido conciliar con perfecta armonía dos gobiernos de signo opuesto, el del PSOE y Toma La Palabra, que los emprendieron, y el de PP y VOX que los culminaron. Sin estridencias. Una transición sosegada. Lo cual dice mucho de él, pero también de los otros. La Academia esperó hasta última hora a un director para el Goya Internacional. Una terna estelar en la candidatura: Spielberg, Coppola y Scorsese. Y en medio de la incertidumbre, de quienes no decían que no, pero tampoco que sí, surgió, como de entre la niebla de Valladolid, la teniente Ripley, Sigourney Weaver para los aficionados. Pese a las tensiones, contratiempos e inconvenientes de urdir uno de los eventos sociales más codiciados de España, el asunto rodó sin asperezas porque siempre estuvo al quite un tipo impasible con la suficiente mano izquierda como para ser consciente de que lo más honesto es que tu zurda no sepa lo que hace tu diestra. Que se puede reprochar sin ofender. Y reivindicar sin importunar. O admitir sin renunciar. Y se puede liderar desde la contención. Es la destreza de embridar egos y colmar ambiciones a partes iguales, tras haber pasado por las aulas de la Facultada de Derecho de la Universidad de Valladolid en sus tiempos mozos, antes de darse cuenta que la ley que le iba a  hechizar era la del margen izquierdo de la pantalla. Culminó tres horas y pico de tremendo espectáculo con una intervención entre soberbia y prudente. Fernando Méndez Leite, oficial y caballero. ¿Quién extraña a Debra Winger estando Fiorella Faltoyano? Es de justicia condecorar a los vivos, no como Marlaska, que sólo se emplea en deshonrar a sus víctimas, nuestros muertos. Más pronto que tarde será licenciado con deshonor.

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