Cine, carnaval y tractores
Podría ser el título de una película de Almodóvar pero es, simplemente, la mágica mezcla que nos ha sorprendido este fin de semana en Valladolid. Difícil simbiosis de Goyas, tractores, actores, alfombras rojas y ganaderos que han convivido durante dos días como por arte de esa magia que sólo el cine es capaz de generar. Una magia envuelta en aroma de carnaval adornado de protestas y manifestaciones que no han empañado la confluencia de sectores aparentemente tan distintos y alejados.
Ni sus reivindicaciones, ni su actividad, ni sus objetivos, ni sus profesionales , ni sus aficiones, ni su trabajo, ni su público parecen tener nada en común pero, cuidado, que los actores, los artistas y los aficionados al cine tienen, como el resto del mundo, esa manía de comer todos los días. Actores y agricultores coinciden, por increíble que parezca, en algunas de sus protestas y preocupaciones. Comparten, en primer lugar, un fuerte espíritu reivindicativo en defensa de sus legítimos intereses. Hace unos meses pudimos comprobar como la industria cinematográfica se tambaleó por la huelga de miles de actores ignorados tras la inmensa sombra de los grandes nombres de Hollywood. Por unos días supieron sustituir el glamour de las grandes galas, fiestas, estrenos, fans y alfombras rojas por la pancarta, el megáfono y las manifestaciones.
Aunque sin tractores, el sector del cine protagonizó una movilización histórica que permitió mejorar sus condiciones frente a la gran industria y las grandes productoras. Las conquistas sociales exigen valor y esfuerzo en las calles incluso para los artistas. Precisamente ese individualismo que caracteriza a ambos sectores ha perjudicado la defensa de sus intereses durante décadas sometidos a las grandes productoras, en un caso, y a las grandes cadenas de distribución en otro.
El arte y el campo comparten también el azote de una burocracia que limita y condiciona el ejercicio de sus respectivas profesiones. La cultura y el papeleo nunca se han llevado bien y nuestros agricultores y ganaderos sufren también ese ahogo administrativo que dificulta su principal labor que es trabajar en el campo y no descargarse aplicaciones en entornos donde ni siquiera hay cobertura.
Valladolid nos ha demostrado este fin de semana que la cultura y la agricultura comparten, no sólo raíz etimológica, sino también, más allá de falsas etiquetas de rojos y fachas, otras reivindicaciones, anhelos y virtudes como la capacidad de darnos lecciones de convivencia de verdad.