Los fastos geniales de Goya
Me impactó el Nacional de Escultura Policromada. Se grabó en mi memoria. Viajes, reportajes, congresos, Edades y exposiciones temporales. Siempre en mi cuaderno de bitácora. Descubrí el secreto de los imagineros, la arquitectura de los escultores, sus pleitos, talleres, escuelas y discípulos y supe de sus buenas cuentas en maravedíes y en reales. Cientos de veces me los encuentro por la geografía nacional. Es fácil sacarles por la pinta. Sus obras están repartidas por retablos, conventos, ermitas, catedrales. Me acompaña siempre lo que vi de adolescente en el interior del Colegio de San Gregorio. Siento una emoción controlada, un orgullo contrastado por el Museo Nacional de Escultura Policromada. Como decíamos ayer. El más importante de Europa. Por barroco y renacentista y por sus colecciones únicas. Maestros como Felipe Bigarny, Alonso Berruguete (inolvidable el Hijo del Laocoonte). Juan de Juni, Gregorio Fernández (para mí, el puto jefe), Pedro de Mena (su Magdalena es mi Gioconda), Alonso Cano o Luisa Roldán (la sevillana que talló las vírgenes más guapas). La lista es enorme. Cito unas pocas estrellas. Forman parte del argumentario cultural de Valladolid. En la teoría. En la realidad, se comenta y se conoce poco. Incluso en Semana Santa seguimos sin saber de Alejo, de Bigarny, de Carmona y así. Fueron los campeones de su época. Nadie les ha desbancado. Creo que esta afición por la gubia viene porque vi morir al de Sarria. Genial interpretación de Alfredo Quintero. Y le vi aprender en el taller de Francisco Rincón, mi padre; me casé años después con María Pérez, la mujer del más grande imaginero… y todo, gracias a “Y la madera se hizo carne dolorida”, la peli de José David. Le estoy viendo con Clemente, su ayudante, por claustros, pinares y puentes en aquellos rodajes de los setenta. Vienen los Goya. Siempre soñé con Tomé Pinherio da Veiga (coincidió con Gregorio en la ciudad) en aquel verano del 1605. Se volvería loco si anduviese husmeando el próximo fin de semana en Valladolid. Pues los fastos que se celebran en torno a los Goya son una versión de su Fastiginia (o Fastos Geniales) con membrete de siglo XXI. El portugués describió sus experiencias durante su estancia en la Corte. Ojalá el cine, que todo lo puede, se acuerde y se inspire en los grandes olvidados del séptimo arte. Los escultores. Los imagineros. Que pasen los del cine por el Nacional de Escultura. Goya ha venido con los del cine. Está por la calle. Por cierto, pásate por San Joaquín y Santa Ana. Tienes obra tuya y de tu “cuñao” en casa de Sabatini. Ya sé que vienes al cine y que te traes un retrato de Jovellanos a mi museo. Bienvenido, don Francisco, a la ciudad mundial de la escultura en madera dolorida.