Diario de Valladolid

Felipe Ramos

El oficio mejor pagado del mundo

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LLEGA la noche de la ilusión. Esa que todos los niños, y los que no lo son tanto, tienen marcada en el calendario como la más esperada del año. Es la noche de colocar los zapatos debajo del árbol o a la entrada de la casa o en cualquier otro lugar, que a sus majestades de Oriente lo mismo les da, para que los Reyes Magos hagan, precisamente eso, magia y colmen los sueños y peticiones de todos, grandes y pequeños. La noche de la inocencia.

Esa en la que un servidor, inocente de mí, le pide a sus majestades que pongan fin a la crispación y a la violenta, sí violenta por fuerte que pueda parecer, bronca política. Nada, ni la amnistía por más que algunos se empeñen, justifica lo que se está viendo y viviendo de un tiempo a esta parte en la política de este país y de esta Comunidad.

La política es, o al menos así debería serlo, el arte de defender con la palabra y, por supuesto, con las acciones las ideas en las que cada uno cree. Pero, de un tiempo a esta parte, la palabra se ha convertido en gritos e insultos y los hechos, en protestas que, por muy legítimas que sean, acaban en enfrentamientos y actos de violencia que hacen que pierdan toda la razón y justificación, si es que la tenían en algún momento.

No todo vale para la crítica. No todo vale para discrepar con el diferente, con el adversario político. No todo vale para defender las ideas de cada uno. Es hora de la política y de los políticos, pero los de verdad, los de con mayúsculas, aquellos que vienen a la administración pública a algo más que manifestarse, criticar, cuando no insultar, a los otros.  La política para lo único que debería servir es para estar al servicio de los ciudadanos y mejorar la vida de las personas. Y si no es así se transforma en algo inservible y los políticos en un mal que los ciudadanos soportan y pagan.

Porque no se olviden, señores políticos, diputados, senadores, procuradores, presidentes de diputaciones, alcaldes y concejales –excluyan aquí a los de los pueblos que son los únicos que curran y lo dan todo casi por amor al arte–, que su soldada, la que se llevan a sus bolsillos cada mes no lo pagan los americanos, sale de otros bolsillos, los del contribuyente. Ese al que se deben y del que sólo se acuerdan cuando llega el momento de los votos, que les garanticen otros cuatros  años en ese poltrona bien pagada en la mayoría de los casos, no en todos, por no hacer nada.

Y, para muestra, basta mirar a ese mausoleo de las Cortes de Castilla y León, donde 81 procuradores asientan sus posaderas, algunos de ellos es lo único que hacen, sin más oficio y beneficio que el de apretar un botón para votar y, a veces, ni eso saben hacer.  Sin olvidar a quienes trabajan 10 minutos cada 15 días, cobran como portavoces 105.000 euros y no van ni a la junta de portavoces. Cortes que llevan cerradas desde antes del Gordo y que ni están ni se las espera durante todo el mes de enero. Pero, oye, sus señorías seguirán embolsándose sus buenos sueldos y dietas, eso sí, con iniciales para que nadie identifique que el suyo es el oficio mejor pagado del mundo... por no hacer nada.

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