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Lo cantaba de forma magistral el gran Louis Armstrong: “Veo cielos azules y nubes de blanco y pienso para mis adentros, qué mundo tan maravilloso”. Si el gran cantor de jazz de Nueva Orleans hubiese nacido en nuestra tierra y de forma sorprendente, eso sí, le interesara la actual forma de hacer política y estuviese siguiendo los acontecimientos que se están desarrollando tras las elecciones autonómicas, municipales y generales, quizás estuviese cantado, también, con especial entusiasmo eso de: “! Qué mundo tan maravilloso ¡”.

Por qué no deja de resultar maravilloso que los que estaban a favor del soterramiento en Valladolid y los que estaban a favor de otras soluciones estén ocupando en la actualidad responsabilidades políticas que les faciliten entenderse en este asunto del que los ciudadanos hemos escuchado todo tipo de opiniones contrapuestas a lo largo de los últimos años. Recordemos por sintetizar: están los que defienden el soterramiento y afirman que es posible y necesario y están los que también lo defienden, pero aseguran que se trata de una quimera y luego están los que ni una cosa ni otra, pero a esos no me voy a referir por no desperdiciar papel. Lo que sí sabemos es que unos y otros siempre han opinado que el soterramiento sería la mejor solución y en eso coinciden y están de acuerdo. ¡Bien! Yo también digo, que desde el punto de vista de una persona con movilidad reducida, también es la mejor de las soluciones. En lo que parecen no coincidir es en la viabilidad económica del magno proyecto, pero he ahí que el mundo es mucho más maravilloso de lo que nos imaginamos o, como diría el también grande Rubén Blades: “sorpresas te da la vida, la vida te da sorpresas”.

Condenados a entenderse los que hasta ahora no se entendían, porque no hay nada más maravilloso en este mundo que querer entenderse y un proyecto que requiere de la implicación de las administraciones municipales, autonómicas, estatales y europeas, resulta que es muy difícil que se vuelva a dar la carambola o la no tanta carambola, de que estén ocupando cargos de máxima responsabilidad en estas administraciones personas que tienen intereses políticos en el soterramiento y en el bienestar de los ciudadanos.

Los ciudadanos deberíamos estar contentos y locos de alegría porque no siempre surgen estas coincidencias o, como afirmaría la gran, por qué no, Leire Pajín: "Se trata de un acontecimiento histórico que se produce, de forma extraordinaria, en nuestro planeta y debemos estar atentos".

Pues bien, vamos a estar atentos y expectantes porque ahora se trata de que todos los protagonistas intenten buscar soluciones dejándose llevar por la melodía de la canción de Armstrong o, por el contrario, sigan tirando de la cuerda con inusitada fuerza, pero cada uno en dirección contraria, para desilusión de todos nosotros porque las coincidencias, coincidencias son, como los sueños de Calderón de la Barca y Segismundo, y sean fruto del azar o no lo sean los acontecimientos históricos no se dan todos los días y sería motivo de estudio en las universidades más prestigiosas del mundo el hecho de que no aprovecháramos este relevante y maravilloso hecho, pero, por desgracia, o por la falta de gracia humana o divina que caracteriza estos tiempos, los ciudadanos estamos más acostumbrados a resignarnos y suspirar que a felicitarnos y gritar de puro gozo por haber aprovechado las oportunidades, escasas, eso sí, que nos da este mundo tan maravilloso.

 

Fran Sardón es presidente de Impulsa Igualdad