De ocurrencia en ocurrencia
PODRÍA HABLAR de la investidura de Pedro Sánchez que, como estaba cantado, va a salir; de la amnistía que, como también estaba cantado, va a salir. Por hablar, podría hablar de cómo los socialistas castellanos y leoneses hacen malabares para encajar en sus vidas la amnistía que Sánchez y Puigdemont les han dado. Bueno, todos, menos su líder Luis Tudanca que está encantado de haberse conocido. O disimula muy bien, qué también puede ser. Y también podría hablar de cómo se rasgan las vestiduras los del PP, con su líder Alberto Núñez Feijóo a la cabeza, o de cómo habría que ver qué estaría dispuesto a hacer y a ceder el arrendatario de Isabel Díaz Ayuso en Génova por asentarse en La Moncloa de no necesitar en la ecuación los votos de VOX, a los que nadie del arco parlamentario quiere arrimarse ni de lejos, salvo el PP de Feijóo.
Pero no. De lo que sí voy a hablar es de un nuevo sinsentido de la política, al que se suben todos, sean del color político que sean. La burra ahora pasa por querer vendernos que van a reabrir el tren de la Ruta de la Plata, ese que cerraba en 1985 el gobierno del casi clon de José María Aznar en que se ha convertido Felipe González.
Vaya por delante que por mi pueblo, Cebrones del Río en León, no sólo pasaba el tren de la Ruta de la Plata, sino que tenía parada y fonda. Y seguramente cuente, todavía hoy a pesar de su deterioro, con uno de los puentes de hierro más bonitos de toda la ruta. Pero eso no me impide decir con claridad que es un absoluto despropósito reabrir ahora la vía tras 38 años cerrada. Y me da igual que lo defienda Europa o el mismísimo presidente de los Estados Unidos. Resulta que no son capaces de avanzar con el Corredor Atlántico y ahora quieren malgastar casi 900 millones de euros que costaría reabrirla. Y eso sin sobrecostes, que los tendría seguro.
Mientras tanto, León ve cómo se le está dejando morir la línea de Feve, que esa sí permanece todavía abierta dando servicio a los pueblos pero va de camino de su cierre. ¿Con qué excusa? Con la de siempre, con que es deficitaria porque no tiene viajeros. Como si la Vía de la Plata los fuera a tener. Les pongo un ejemplo, señores políticos, mi pueblo en 1985 superaba los 1.000 habitantes, ahora no llega ni a 200, y eso siendo muy generoso. Por no hablar de ese AVE que, de camino de Palencia hacia León, viaja por una solo vía porque la segunda continúa durmiendo el sueño de los justos. Pero si esto no les parece suficiente, también pueden mirar hacia Ávila y Soria, sus provincias y sus capitales, donde todavía hay gente, cada vez menos, eso sí, y ver cómo no es que no tengan Alta Velocidad es que no cuentan ni con una línea ferroviaria decente.
Pero oye, a estos políticos y a los empresarios de las cámaras de comercio, que algún día deberían explicar para qué sirven más que para vivir de las subvenciones y pagar estómagos agradecidos, cabalgan tan a gusto de ocurrencia en ocurrencia. La última, la Vía de la Plata.