El suceso de la torre de Babel siempre me ha parecido fascinante. Cuenta la biblia en el libro del Génesis que en el inicio de los tiempos la tierra poseía una sola lengua. Sin embargo, en la comarca de Sinar, unos cuantos gobernantes decidieron construir un edificio cuya cúspide llegase al cielo con la finalidad de hacerse un nombre para el resto de los territorios conocidos. La historia termina con la intervención de Jehová provocando la confusión de lenguas y el desconcierto de la población, circunstancia que llevó consigo la paralización de la obra y el esparcimiento por la tierra de sus moradores. Desde entonces ha habido muchos intentos por crear una lengua internacional que permitiera la comunicación entre los habitantes del globo terráqueo. Una prueba de ello es el esperanto.
El Congreso de los Diputados español ha aprobado incorporar al Reglamento que rige su organización y funcionamiento la utilización de las lenguas cooficiales (
euskera, catalán o gallego)
en sus sesiones. Esta propuesta, que ya es una realidad, fue una de las
condiciones que pusieron Esquerra Republicana de Catalunya y Junts per Catalunya para apoyar la elección de Francina Armengol como presidenta del Congreso y asegurar así una mayoría progresista en la Mesa del Congreso. Una minoría condicionando el sistema de comunicación de la mayoría.
Es una pena que en el parlamento español pudiendo entenderse en la lengua oficial del Estado que todos conocen y a través de la cual se transmiten las ideas sin que nadie tenga problema de comprensión, ahora no se entiendan inmediatamente, sino que sea necesaria una traducción, con los importantes matices que tienen las alocuciones parlamentarias. Esta decisión tiene más implicaciones que las que pueda parecer pues también se ha solicitado que se usen en las instituciones comunitarias. Esta posición política está causando enfrentamientos en los Estados Miembros de la Unión Europea donde las minorías de muchos territorios quieran tener su representación lingüística en el parlamento europeo.
Julius Fucik, periodista checo y miembro del partido comunista, luchador incansable contra el régimen nacionalsocialista alemán, dijo que no hay que temer a tus enemigos, pues como mucho pueden acabar contigo. Tampoco hay que temer a tus amigos, pues como mucho te pueden traicionar. Hay que temer al indiferente porque todos los desmanes más infaustos se perpetran con su consentimiento tácito. Tenemos que mantener, cuidar y promover las lenguas cooficiales, pero no en la sede la soberanía nacional.