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Félix Villalba

Política en un partido de fútbol amistoso

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EL jueves se jugó en la localidad soriana de El Burgo de Osma un partido amistoso entre el Numancia y el Atlético de Madrid. Era la décima edición del memorial Jesús Gil, el burgense que presidió el club madrileño y fue alcalde de Marbella. Estos días fútbol y escándalo son sinónimos, con un presidente de la Federación que se se aferra al cargo de forma incomprensible. Solo su soez gesto celebrando la victoria de la selección femenina en el Mundial debía ser suficiente para recoger los bártulos e irse para casa, pero lo del beso robado a la jugadora hace ya insostenible que un tipo así siga en un cargo tan relevante. Sin embargo sigue y en su empeño ofende a la mayoría de la sociedad, empaña el gran éxito de las futbolistas, convertidas en un gran ejemplo, y daña de forma notable la imagen de España. Así que con lo que tienen en el fútbol, es posible que los representantes del Atlético Madrid no les sorprendiese en exceso verse en medio de una disputa política en una localidad como El Burgo de Osma que lleva ya tiempo empeñada en ser protagonista en la política, no por la importancia que merece como municipio, sino por las guerras encarnizadas entre los políticos, sobre del Partido Popular, incapaz de cerrar allí heridas. El presidente de la Diputación de Soria y máximo dirigente del PP, Benito Serrano, fue invitado in extremis al partido, a la ofrenda floral y a la comida con el Atlético de Madrid. No contaba con él el alcalde, que representa al PP, Antonio Pardo, que no quiere verle por el pueblo después de que Serrano, para vengar la afrenta a un ex alcalde burgense que entra y sale del PP en función de la estrategia en su guerra con Pardo, le dejara fuera de la Diputación y de paso sin un diputado que represente al Ayuntamiento de El Burgo en la institución provincial por primera vez en la democracia. Ahora, empiezan a llegar las consecuencias. El jueves, corregir a última hora  la no invitación inicial a Serrano por parte del Sporting Club Oxama, coorganizador del partido junto al Ayuntamiento de El Burgo, no impidió hacer palpable el problema entre el tercer ayuntamiento soriano en habitantes y la Diputación, con enfado de Pardo, cambios apresurados en la composición de la mesa presidencial y tensión evidente sobre la que pedía información Miguel Ángel Gil, a quien no le importó quedar, voluntariamente, fuera de la mesa presidencial para solventar el problema de la invitación de última hora al presidente de la Diputación. No es que el asunto fuera de una gran relevancia por sus consecuencias, pero sí tiene importancia porque deja patente que el problema político en El Burgo de Osma continúa y el PP ha perdido la oportunidad que tenía de empezar a arreglar las cosas en el que era su gran feudo y al que, por sus luchas internas, disputas familiares podría decirse, ha abierto las puertas a Vox. La guerra está declarada y habrá que ver si se intenta un armisticio o se juega a perder tiempo hasta que se pite el final de la legislatura.