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La candidata a la Presidencia del Gobierno por Sumar, Yolanda Díaz, participa en un acto de partido en Valladolid. -ICAL

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¿QUE NO ES TAN BRAVO el león como lo pintan? Eso pensaba Santillana en el siglo XV, que era un ingenuo, pues no sabemos cuántos leones de verdad vería en su agitada vida política y literaria. Lo pregunto porque en política sanchuna la existencia de los leones salvajes es una constatación selvática. Existen, los hemos visto, y hemos sentido sus dentelladas desgarradoras con un Gobierno Frankenstein que, en muchos casos, han hecho crujir nuestra humanidad y las costuras de la Constitución.

Como esto es costumbre y el cántaro ha ido tantas veces a la fuente, el cacharro se hace añicos. Vean si no. Nada más abrirse la campaña electoral -justo el jueves y como aperitivo para boca hambrienta-, nos ha salido eternamente Yolanda Díaz -la Vice de Sánchez para «hacer cosas chulísimas que no somos capaces de comunicarlas»-, diciendo que quiere un férreo control de los medios de comunicación críticos al gobierno con una coz de cañutería: hasta su «expulsión de la carrera periodística». Así: con el par de narices de las doce tribus del sanchismo redentor.

Menos mal que no eres capaz de comunicar esas «chulísimas» leonerías. Pero esta vez, oh carnicerita en re menor de Johann Sebastian Bach, te has salido de la partitura. Los que escribimos en los medios te hemos entendido perfectamente: si ganas, tenemos los días contados. O sea, mi chica con chulísima flanera: que estás en contra de la libertad de expresión, que te ha salido, como buena comunista, la homologación estaliniana que llevas dentro como puntilla de guipur y remate de nylón elástico, y que se te ve la enagua del poder absoluto desde la cintura hasta los tobillos. Pues qué quieres que te diga, mi Yoly chiquitica, que te vote Rita.