Diario de Valladolid

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El 23 de julio,  además de poner a prueba el sanchismo y el antisanchismo se dirimirá un pulso latente en el gobierno de la Junta, que no es otra cosa que el elefante de la habitación del que ninguno de los dos socios, PP y VOX, hablan. Se zarandean con cruces de declaraciones sobre violencia de género a cuenta del jolgorio que ha organizado la cínica María Guardiola en Extremadura, pero del paquidermo nadie pía. El 23-J PP y VOX miden el músculo electoral en el tablero de Castilla y León. Y Mañueco lo sabe. Juan García Gallardo lo intuye.  Las municipales fueron un trámite del que VOX salió bien parado, fundamentalmente gracias a Valladolid, que lo deslumbra todo, aunque el resultado fuera discreto y su capacidad de decisión se haya limitado a Pucela, Burgos y Ponferrada, que no es poco. Pero las generales son las reválida de la autonómicas, sin lugar a dudas. Un año y medio después, VOX tendrá que poner a prueba si sigue en forma y musculado en el tablero autonómico. Aquí ya no valen excusas. Son elecciones simétricas. Ahora aporta media docena de diputados a la saca de Abascal. Mantener ese resultado, consecuencia fundamentalmente del desbarajuste en el que estaba metido el PP de los hermanos Pinzones allá por 2019, va a ser tarea imposible e improbable. El PP recuperará terreno a costa del PSOE y VOX. El 24-J en el seno de la Junta volverá a recalibrarse el músculo de cada uno. No habrá alteraciones ni adelantos electorales, que nadie se haga ilusiones. Igea seguirá indultado en el gallinero de las Cortes. Pero a partir de ahí las cosas cambiarán en la gestión y digestión de la coalición. Mañueco no es de expresar las cosas orgánicas. Es más de sembrar parábolas, que son como los globos de un tenista avezado, que te manda la bola por las nubes al fondo de la pista y te deja más desfondado que a Forrest Gump tras recorrer medio Estados Unidos por vicio.

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