Un esfuerzo en ayudas al campo desde la Junta de Castilla y León
Nunca llueve a gusto de todos. El problema es que este año no ha llovido y el campo se resiente por la sequía. El campo, sin duda, es un sector estratégico en la estructura económica de Castilla y León. Y como tal hay que tratarlo y abordarlo en tiempos de crisis. Y ahora los agricultores sufren una crisis. La Consejería de Agricultura y Ganadería anunció ayer cien millones de ayudas para paliar los efectos de la sequía. Y era de prever que no llovieran las subvenciones a gusto de las organizaciones agrarias, que aspiran a más, como es su deber y cometido. Aspiraban al menos al doble, aunque su petición inicial y sin frenos era de mil millones. Pero las cuentas públicas de la Junta no son infinitas, incluso tratándose de un sector estratégico al que hay que abordar con esa peculiaridad.
Cien millones repartidos en cobertura de seguros agrarios y el pago de intereses para créditos agrícolas con los que hacer frente a las mermas de cosechas y los incrementos de costes. Y surge un asunto, que surge en cada crisis del campo, que no todos los agricultores están cubiertos por seguros y por tanto no están bajo el paraguas de esta subvenciones. Y seguramente este sea un elemento estructural que en el futuro habrá que tratar de una vez por todas. La incentivación y la ayuda para la contratación de seguros ante las zozobras, cada vez más constantes y virulentas de las crisis climáticas. Porque la situación que atraviesa el campo es consecuencia de la crisis climática, cada vez más aguda en su forma de expresarse.
Estas ayudas anunciadas ayer por el departamento que dirige Gerardo Dueñas tendrán su complemento con la flexibilización de medidas de la PAC y el adelanto de los pagos. Seguramente no será suficiente, pero son medidas cuantiosas y elocuentes para afrontar una parte de esa crisis. Las organizaciones agrarias pueden pedir hasta el infinito, es su vocación y su oficio. Y mal harían si no lo hacen. Pero los recursos públicos son finitos y hay que reconocer en este caso el esfuerzo de la administración autonómica para echar una mano.
Y es evidente que no pueden pasar más plazos ni esperar más sequías u otros contratiempos del clima que pongan en jaque a parte del campo para afrontar la necesidad de expandir los seguros agrarios entre la mayor parte del sector. Seguros que tienen, por descontado, que estar al alcance de las distintas escalas de agricultores que existen en Castilla y León. Porque todos cuentan y todos hacen granero y estructura productiva en el conjunto de Castilla y León.