¿Qué le queda a los votantes?

EL ACABOSE. Ni una semana, y las elecciones municipales y autonómicas parecen anécdota: un pirulí de La Habana del que no quedan ni las tabas y ni las babas. Tanto, que cabe hacerse la pregunta troncoquifinitoria –intraducible en villalonés– que plantean en mi pueblo cuando una cuestión de dirime a cantazos: ¿Cuántos políticos han dimitido tras la debacle del domingo 28? Sólo algunos almohadilleros de segunda fila que hacen de cojinete entre el votante que se pasa las tácticas políticas por el harnero y entre la casta de los partidos que son los michelines con la peor grasa alimentaria de la política en descomposición.

Con un mínimo de crítica y con un poquiello de vergüenza, se han ido a su casa currantes podemitas de las ejecutivas en Castilla-La Mancha, en Baleares, o el secretario de Organización en Canarias. Ay, también se nos ido –como  una exhalación triunfante de la Purísima Concepción– Inés Arrimadas, que ahora nos venden como un modelo democrático y heroico cuando en realidad ha sido el truco de la estampita en 3R. Y pare usted de contar porque aquí, como lapas bolivarianas, siguen todos los perdedores apuntados hasta la vitoria siempre.

El sanchismo redentor nos ha dado el cambiazo de la judía –fruto de vaina alargada, estrecha y aplastada, según el diccionario–, que consiste en trabajar de noche y en folgar de día. De la noche del domingo 28 a la mañana del lunes 29 de mayo, Sánchez nos ha metido en volandas las elecciones generales con el mismo cuerpo y alma que perdió las municipales y autonómicas. Ahora tenemos a Feijóo haciendo pucherines con Sánchez, y a éste haciendo pucherazos con Bildu. ¿Qué nos queda a los votantes del lomo? Pues el amparo de Ayuso, y que les vote otro tonto de capirote.