Diario de Valladolid

ADOLFO ALONSO ARES

Mariposas que van y vienen

La Gitanilla. Teatro Ejemplares

La Gitanilla. Teatro Ejemplares

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La protagonista cervantina de la Novela de la Gitanilla que se llamó Preciosa, nos había anunciado que “Los juramentos y promesas que hace el cautivo por que le den la libertad pocas veces se cumplen...”

Por esa razón, no creo en ninguno de los ofrecimientos que ahora nos proponen los que se atrevieron a atentar en nombre de la ETA contra la vida de sus conciudadanos, por disputas de una patria o de una identidad. Tampoco creo en los que han sido agraciados y por lo tanto blanqueados desde la democracia y justifican el blanqueo sin haberse arrepentido, a pesar de que uno de los principios de nuestra Constitución es que todos los españoles somos iguales ante la ley. La política y la literatura se confabulan para aportar desvelos emocionados y frágiles que se representan como amenazas, malquereres, mentiras, sediciones, corruptelas y malversaciones que terminan escabulléndose por la gatera de los indultos que han sido decretados por los intereses de un gobierno sombrío; y así, podrán incluso hacernos creer que no sucedió nada de lo sucedido. Son los prolegómenos de algunos candidatos que pretenden obviar la realidad; que tergiversan y desnaturalizan o, en el peor de los casos, por esos otros que creen que todo se soluciona lavándose las manos como Pilatos.

Yo, como Preciosa, La Gitanilla, tampoco creo en las promesas que no se van a cumplir. Deseo que esta sociedad que llamamos DEMOCRÁTICA sea sensible al contexto que circunda las vidas cotidianas. Suscribo y anoto con Álvaro Cunqueiro en Las mocedades de Ulises, que “las palabras son inquietas mariposas que van y vienen”. Son como los mítines diseñados para embaucar a los votantes ante unas urnas, solamente eso: mariposas que van y vienen. Evocaciones frías que se dicen por decir, sin tener en cuenta que en muchas ocasiones nunca se cumplirán tales promesas. Los protagonistas lo saben.

La literatura abre pautas conciliadoras con cada uno de nosotros y con el tiempo en que vivimos. Ya lo dijo Azorín en La voluntad: ¿Usted cree que un español de ahora es igual que un romano de la decadencia? Imagino, como muchos de ustedes, que la política incrustada en la vida participativa de los ciudadanos se ha seguido y seguido politizando. También lo dejó escrito Azorín en el año 1902 – que ya llovió – asegurando que “las universidades populares de Francia eran escuelas obreras en las que no se podía practicar una educación libre, amplia y sin prejuicios, ya que los estudios deberían demostrar en sus programas que todas las ciencias acaban en el socialismo” ¡Volvemos al pasado!

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