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¡¡¡Firmes!!! ¡¡¡Ar!!! Llega la ETA politiko-militarra que conocí en los años 70, y cuya actividad delictiva y criminal condené entonces y ahora en multitud de artículos. No es ninguna broma. Hablo de 50 años denunciado el historial infame y degradante de esta banda de forajidos por su genocidio impune, por sus crímenes incontables, por su racismo montaraz y acumulativo desde que Sabino Arana se tiró al monte en el siglo XIX, por su supremacismo fascio-nazi-comunistoide con galones y chorreras, y por su independentismo feroz e imperialista con una baba edulcorante.

¿Y quieren que ahora, precisamente ahora,  me calle, cuando la banda odiosa y criminal se presenta a las elecciones del 28 de mayo de la mano del PSOE, a quien voté en no pocas ocasiones, bajo la añagaza de que ahora Bildu –o sea ETA–, ya es legal y no mata? Un respeto, señores. ¿Desde cuándo el crimen se legaliza como si discutiéramos la cuantía del polvo en una casa de putas? ¿Desde cuándo una víctima es igual que su verdugo? ¿Desde cuándo en democracia un totalitario en falcon vende sus adiposos y rebosantes chicharrones como si fueran el marrón glacé de las delicatessen?

Hace veintitantos años, este servidor publicó un artículo que me costó un monumental broncazo. Conté ahí la profecía de un coronel del ejército, ya difunto: «Llegará el día en el que los políticos, por ley, obliguen a los militares a cuadrarse y rendir honores a esta banda de criminales». Ese momento ha llegado con estas elecciones. Pero que conste, yo no pienso –ni de coña– cuadrarme ante ETA ni ante Zapatero y Sánchez, que son la servilleta y el tenedor de este festín con larvas suculentas de la agenda 2030: que os vote vuestro amadísimo Chapote.