Diario de Valladolid

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LA UNIVERSIDAD de Salamanca ha otorgado, solemnemente, su Medalla al ‘comandante Aureliano’. Bien es cierto que tan magnífico galardón no recoge este alias, sino el nombre oficial, que es el de Gustavo Petro, a la sazón presidente de Colombia. Su informe de vida laboral reconoce su cotización, con su correspondiente cuota sanguinaria, a cuenta del M-19, movimiento terrorista en cuya hoja de servicios los crímenes se cuentan por centenares. Luego, ya saben, llega la memoria histórica, una vez aupado el revolucionario al rango de ese poder que tanto decía repudiar, y los analistas cortesanos diseccionan si Aureliano, perdón Petro, cogió su fusil, o era un mero auxiliar administrativo en los engranajes fusileros.

El Estudio salmantino, a través de su rector, ha dado cuenta de los méritos del beneficiario, que en realidad se refieren al país colombiano: relevancia estratégica y el intercambio de alumnado. Si al menos hubieran colocado un «la lucha por» en el inicio de cada (pseudo) argumento el asunto gozaría de mayor coherencia formal. Por otra parte, se echa de menos que Ricardo Rivero, mandamás de la Universidad charra, no haya requerido al Ayuntamiento salmantino para que uno de los medallones de la plaza Mayor refleje, con o sin fusil, el noble rostro, que refleja su pureza de alma, de Petro. El acto inaugural podría estar presidido por Pablo Iglesias, que además ser tan amigo de la ‘lucha armada’ de ETA, podría mostrar su empatía con el presidente colombiano. Cosas de familia. Eliminado el del dictador Franco, el de Pedro permitiría seguir gozando de algún protagonista totalitario, porque todos los adultos sabemos que hay democracias y democracias, y modos y modos de gestionarlas. Una vez acostados los niños, bien se puede reconocer que las peores dictaduras son las que toman como rehén el formato democrático.

Nuestro querido Petro, ya saben, anda soltando, recalcitrante, la monserga del ‘yugo español’, como si él, sus conciudadanos y su propio país -que ya ha tenido, por cierto, algún siglo que otro para perder complejos victimistas- fueran ajenos al legado, en su genética e historia. Qué manía con culpar al abuelo de todo.

Ahora, solo cabe esperar que La Universidad de Salamanca no descatalogue y censure a Francisco de Vitoria, precursor del derecho internacional y de los derechos humanos. Como español y religioso cumple los requisitos para ser cancelado allí donde Petro legitima el terror mientras aplaude el independentismo catalán y otorga privilegios a los secesionistas y comisionistas.

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