Baltar no iba a Ben(avente)
UN, DOS, TRES, Pedro Sánchez otra vez. En poco más de una semana el concurso electoral televisivo del presidente gubernamental está a punto de repartir 183.000 pisos sociales en cinco años en los que ni él mismo sabe si estará al frente del cotarro. De los apartamentos en Torrevieja del célebre concurso de Ruperta hemos pasado a las viviendas grafiteadas y ruinosas de la Sareb, ese lugar en el que viven unos cuantos vividores acomodados y que pagamos todos con nuestros impuestos para salvar el despilfarro de las cajas a las que el Banco de España, ese organismo que opina de todo pero no se ocupa de lo suyo, dejó campar a sus anchas por solares y recalificaciones a mansalva. Cinco años sin mover un ladrillo y con las obras de Castilla y León empantanadas y ahora resulta que va a poner Sánchez a la ministra pesadilla, Sánchez, Raquel, la mayor enemiga política que ha conocido esta tierra, tras los tiempos de Napoleón, a alicatar baños, terrazas y alcobas. Esta tiene en la puerta del despacho el lema ‘Trabajar y morir lo último’. Y Sánchez, a la vista de lo de los pisos por arrobas, se puede confirmar que la última vez que dijo una verdad se le cayó un brazo y tiene tres. Son elecciones y llega el tiempo de prometer hasta meter, lo que nunca se hizo, para una vez haber metido (el voto en la urna), no hacer nada de lo prometido. Y así llevamos ya una temporada, con la celebérrima ministra del ramo de Transportes, Mentiras y Cintas de Vídeo repartiendo planos y recreaciones virtuales por las provincias, mientras las obras empezadas siguen siendo el cuento de nunca acabar. El martes murió un operario en uno de los tramos en obras eternas de la Autovía del Duero en Valladolid. Si la hubieran acabado como dios manda, ese hombre estaría vivo, y alguno más que se ha dejado la sangre por la infame Nacional 122. No como Baltar, el del PP eterno de Orense, que circula a 215 kms por Zamora, cerca de Ben(avente). Ruge la campaña.