Esto de la oposición es un sinvivir

El gobierno de Castilla y León es lo que es, y así se lo hemos contado. Pero, lo que son las cosas, es el gobierno. El asunto es que la oposición en Castilla y León la ejerce, con todo el esperpento del que es capaz, uno que hasta hace cuatro días era el gobierno. El líder de la oposición hace tiempo que desistió del cargo. Mucho antes de aquella noche de lloriqueos del Día de los Enamorados del pasado adelanto electoral. Mucho antes. La oposición es un alma en pena, que han tenido que ejercer los alcaldes socialistas desde sus reinos de taifas ante la desidia. El desinterés es tan mayúsculo que el ejercicio de la oposición se ha tornado en una rueda de prensa recurrente con un mensaje quincenal retuiteado a los cuatro vientos de Cuatrovientos para desasosiego de los propios. Cuando la oposición se advierte tedio, hasta el sofoco de abril se asoma brisa. Cumplir pena de oposición es menos inmisericorde si se hace con la tutela de las Cortes, generosas de salario, espléndidas de horario. Sólo esperar el error del contrario apenas te lleva a acabar el set. Y la vida política en Castilla y León se ha convertido en la estridencia del gobierno contra la indolencia de la oposición. Tres frases hechas / apenas teníamos tiempo para aprenderlas, como en las Paraules de amor de Serrat. Pero el gobierno es gobierno. Y la oposición sigue siendo un lugar inhóspito, a no ser que te acostumbres a él como a los picores de escroto. Y te acabe dando gusto al palo, de dar un palo al agua. El gobierno suele estar a la altura de la oposición que se merece, y a veces se mece, como los siete elefantes sobre la tela de una araña, que se balanceaban, los muy cachondos. Y así van pasando los días, cayendo las nóminas, los dietas y kilometrajes. Todo pasa y todo queda, pero lo nuestro es cobrar. No podrá con la pena mi persona rodeada de penas y de cardos: ¡cuánto penar para morirse uno! Hasta el próximo pleno. Esto es to..., esto es to..., esto es todo amigos. La oposición es un suplicio.