Un poema mal leído
LEO Y releo el romance de los comuneros. El Poema. Y no me canso de repetir que es una buena historia llena de pasión, héroes, vibrante en su relato, inyectada de espíritu revolucionario, patriótico y justiciero, trágico, emocionante... Todo un drama, una epopeya medieval que todos debieran leer. Qué pena que nadie se lo lea a nuestros chiguitos y jóvenes. Me presto a ello. Y todo es cierto. Lo que canta ocurrió y protagonizó una gesta que emociona al pueblo, al común. Y entraron en la memoria colectiva y en las crónicas y legajos. Se mecieron al aire de banderas, presos de unos y otros, criticados y divinizados y, siempre, un rey bastardo en rededor. Pusieron al rey en su sitio. Nada nuevo. Pero algún engranaje no se engrasó bien tras nuestra bendita transición. Qué no hemos entendido a estas alturas de la película de que hay hechos y versos que no pertenecen a nadie, que son simplemente del común, del pueblo. Y eso solo lo logra la literatura y lo amplifica la épica. Tan sonora.
No hay territorio en el mundo sin bandera, ni pueblo que no haya vitoreado a sus héroes. La fiesta de Villalar y Villalar de los Comuneros siguen siendo un verso libre que, durante años, movió al viento la bandera de una simbología, no exenta en su origen de reivindicación política pues nace en medio de una España que se abría a una etapa de libertad y acuñaba el nuevo mapa de las autonomías. Villalar caminó siempre a la izquierda del camino, reivindicando la identidad de una comunidad. Aunque no ha sido fácil llegar por la orilla derecha. En los últimos años lograba ya casi el difícil consenso plural de sentimientos de una región. Me consta. Y ahora, vuelta atrás. Y ahí seguimos, esperando a un capitán. Villalar y su campa son un espejo donde muchos, cada vez más, sin ser de unos ni de otros, acudimos a enjambrarnos independientemente del color de los pendones, en un enjambre de canciones y emociones. Y botellones también, ¿por qué no? En tiempos de vaivenes políticos, la historia ahí está, con sus titulares y esas preguntas sobre los comuneros: ¿Fueron héroes, villanos o verdaderos revolucionarios? ¿Se enfrentaron a Carlos V porque perdían su independencia política, económica y social? ¿O pensaron que los gastos del nuevo emperador iban a tener que ser costeados por ellos? Para mí, héroes sin duda. Conviene leer entre otros a Joseph Pérez, en su tesis “La revolución de las comunidades de Castilla”. Una derrota que se ha convertido en victoria para las bases del constitucionalismo. Y este año, y van dos, de nuevo nos quieren echar a unos y a otros. Qué condena, qué estigma maldito arrastra esta tierra que es incapaz de sentirse unida al menos un día y caminar junta. En fin, somos un poema. Un poema mal leído.