Diario de Valladolid

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Desde hace ya varios años, se nos han metido en la boca las palabras «digitalización» y «transformación digital», como la solución a todos los problemas de gestión, competitividad, falta de conocimientos, de infraestructuras, etc., que caracterizan el ecosistema TIC de nuestro país, ya sean ciudadanos, empresas o administraciones públicas.

Que un ciudadano no encuentra trabajo, que se digitalice; que una empresa está en pérdidas, que acometa la transformación digital; que una administración es ineficiente, más digitalización… y así hasta el infinito. Todos los problemas de nuestra sociedad se solucionan con «digitalizar».

La realidad, por desgracia, es bien diferente. Esta digitalización, «impuesta», «forzada», «indiscriminada», está teniendo una eficacia mínima, especialmente en la ratio de recursos invertidos y resultados obtenidos. ¿Por qué? Principalmente hay tres motivos. 

Uno: la falta de estrategia como sociedad. Carecemos de un plan definido, estudiado y profesional, de aplicación de las tecnologías en los diferentes ámbitos (social, económico y administrativo). Todo se reduce a acciones deslavazadas, ocurrencias, respuestas a alarmas sociales… Nada pensado ni planificado, lo que conduce a pobres resultados, ¿positivos? sí, pero muy escasos en función de los recursos empleados.

Dos: la falta de formación, sensibilización y educación en unas materias y unos temas que, a día de hoy, tienen la misma importancia en la vida de las personas que el aprendizaje de la lectura, la escritura y la aritmética básica, lo tuvo en el siglo pasado. El que carece de competencias digitales hoy es un analfabeto. Sí, analfabeto digital, funcional o como lo queramos llamar, una persona excluida o con un alto riesgo de exclusión de nuestra sociedad, y paralelamente por el otro extremo, gente extremadamente digital está sufriendo el aislamiento social, la mayoría de las veces autoimpuesto, por la falta de control sobre estas tecnologías y su abuso.

Y tres: la falta de inversión en infraestructuras competitivas en tiempo y forma. Como ocurrió el siglo pasado con las autovías y los AVEs, que llegaron demasiado tarde a la ahora conocida como España vaciada, cuando esos territorios estaban ya agonizando, con escasas probabilidades de crecer; lo mismo está pasando con las infraestructuras digitales, llegan al medio rural cuando ya no hay gente que las use, ni empresas que las aprovechen.

Miles de millones de euros de inversión después, todo sigue igual; España pobremente digitalizada.

Agustín Lorenzo es CEO de CAB Soluciones Tecnológicas. 

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