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NO ES QUE EL PP de León sea un jolgorio como dice el titular. Es que es un jolgorio en toda regla. De los que hacen afición y sin rebujito. Mirala cara a cara, que es la primera, / Que es la primera... Es un jolgorio de dimensiones cósmicas. El famoso Corral de la Pacheca, no de la Pacheco, que a esa la sufrimos en la sanidad de la pandemia de la mejor médico del mundo, es  West Point en comparación con la organización provincial del PP leonés. Con lo que eso fue en tiempos, cuando era una apisonadora electoral. Hoy es un patio de chiquillos jugando al Cluedo, y los ladrones, como en el poema de Benedetti, eran policías. Es un lugar en el que se reúnen entre compañeros para desacordar algo que no tiene discusión y al salir acaban mirándose todos los bajos de los coches. Las espaldas, no, porque acuden con ropa interior de hojalata, a la vista del número de apuñalados que se han registrado en los últimos años. Son lugares de confianza y confraternización. Se graban unos a otros a escondidas para tener un recuerdo perdurable con el que fumigarse al compañero de hoy y enemigo de mañana. Tienen más horas de grabaciones que el LP de Bohemian Rhapsody de Queen. La cizaña, como el artista aquel de uno de los mejores ejemplares de Astérix, es un elemento de concordia y habitual uso. Todo esto viene anidado de hace tiempo, de los tiempos de la indolencia que sumió al PP de León en el ostracismo electoral y el desdén ciudadano. Pero no sólo no se ha corregido. Se ha cultivado. Los bomberos suelen acudir a los conflictos ataviados de un lanzallamas, cuatro garrafas de gasolina y un bidón de queroseno. Lo que ha hecho simplemente es aflorar lo que existe. Y al final, la gente estalla, incluso en vísperas electorales. Y la saña sale por las listas, por la tontas y por las candidaturas. Renovar no ha sido suficiente. Va a haber que fuñigar, como dijo aquella célebre aldeana en pandemia. Mírala cara a cara, que viene la segunda.