Fangoria, fanfarrias y los billetes

Con todo el vértigo y los calvarios políticos se nos había pasado la procesión de rostros musicales como el cemento armado que pretendió darse cita en la Sierra de la Culebra a primeros de julio para celebrar a golpe de talonario el año de la tragedia. La parte política del desatino musical quedó bien diseccionada y ridiculizada. No estaría bien que se fueran de rositas los cínicos que conformaban el cartel a razón de unas buenas decenas de miles de euros hasta llegar a los 160.000 apoquinados por el erario público, que en castellano cervantino viene a ser el contribuyente, ahora que llega la hora de contribuir con Hacienda y la madre que la fundó. Los Fangoria y demás fanfarrias, que a un panel de ricos billetes muy prestos acudieron y cuando se olieron el jaleo como viles ratas huyeron. Primero dijeron coge la pasta y corre. Y cuando el asunto estaba en llamas, en uno de los ejercicios hipocritamusicales más sonados desde el festival de Eurovisión que ganó Ucrania ametrallada, cursaron baja en Twitter asegurando muy ufanos que no sabían que la billetada que habían firmado de hasta 55.000 euritos de vellón era por solidaridad... con sus cartillas de ahorro. Lástima, pensó Alaska, esa cuantía, ni con los Pegamoides. Mil campanas suenan en mi corazón, aunque ya sea de la etapa de Dinarama y los 40 ladrones. Los Marlon, otros que tal bailan, que de los primeros 20.000 subieron a los 28.000 y luego otro tuit, que si nos han engañado, que si esto huele a chamusquina, que aparta de mí este cáliz, que si la abuela fuma. Renegados. Los castellanos y los leoneses nos hemos ahorrado 160.000 euros de esperpento, porque el ridículo no nos lo quita ni todo el agua de Riaño. Solidaridad. La solidaridad es, como la caridad bíblicamente entendida, un ejercicio personal. Por eso los del gobierno de la Junta deben saber que la próxima vez que pretendan perpetrarla no dejen de hacerlo con los billetes de sus bolsillos que también de los nuestros emana.