Diario de Valladolid

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Los socialistas engrasan la maquinaria. Se preparan para seguir engañando a los españoles prometiendo el oro y el moro. “Prometen por prometer”. Prometer sale gratis y es posible que cuele, para que muchos ingenuos les sigan votando. A los leoneses nos han vuelto a seducir con las mismas cosas de siempre, las que ya anunciaron cuando se firmó el solemne pacto de la Diputación de León y no cumplieron nada: NADA DE NADA. Nos siguen engañando. Ahora ofrecen a los leoneses, nada menos, que once grandes proyectos, ya propuestos en otras ocasiones, pero siempre incumplidos. Pasadas las elecciones volverán a olvidarse, estoy seguro. ¿Qué vamos a esperar de un gobierno presidido por un presidente mentiroso? El que ya nos embaucó con sus enredos, el que nos había garantizado que nunca pactaría con Podemos, incluso, asegurando que no podría dormir “soñando” con Iglesias…En Castilla y León también se engrasa la maquinaria haciendo el ridículo. Hace pocos días, Tudanca - el jefe de la oposición carente de argumentos - tuvo la “ocurrencia” de decir que pasó vergüenza en Bruselas tras la petición de un alcalducho francés al presidente Alfonso Fernández Mañueco. Recomiendo al alcalducho de Coulaines que busque en su país la viga en el ojo propio, antes que en Castilla y León, la paja en el ajeno. Es siempre insultante y ofensivo que los forasteros hablen mal de los de casa y que ese tal Tudanca dé pábulo a las cuitas del franchute. Porque alguien con dignidad y con mesura lo primero que hace es defender a los suyos, a su presidente y a su tierra frente a ataques externos.

Tenemos la maquinaria tan engrasada que patina, pues hemos notado cómo a los ministros del gobierno Frankenstein les ha dado por viajar ofreciendo “sin ton ni son” aquello que no hicieron y estaba prometido.

Tanto engaño me trae a la memoria aquella fábula que Samaniego tituló El zagal y las ovejas. La de aquel pastor que pedía ayuda porque venía el lobo y siempre era mentira, pero un día fue verdad. Nadie acudió en su ayuda. Su moraleja viene muy a cuento: ¡Cuántas veces resulta de un engaño, contra el engañador el mayor daño! Yo sé, estoy seguro, que los ciudadanos no creemos embustes ni lisonjas, tampoco a aduladores de pacotilla que se hacen pasar por santos con peana. Les aplico aquel refrán que escuché el otro día: “Santo que mea, maldito sea”. Todos esos santos y aduladores de tres al cuarto, mean y se mean de risa cuando creemos lo que dicen y votamos sus mentiras: mentiras de presidente, de sus ministros, de algunos alcaldables de esta tierra o de Tezanos, que miente arrimando el ascua a la sardina de Sánchez.

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