Diario de Valladolid

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OTTO von  Bismarck ha pasado a la historia por ser uno de los hombres de estado más insignes del siglo XIX. Político polifacético, se encargó de ejecutar la unificación alemana. Le apodaron ‘Canciller de Hierro’ por su determinación, constancia y sagacidad en la implantación de consecución de objetivos políticos, especialmente en la creación y mantenimiento de las alianzas internacionales que aseguraron la supremacía del Imperio alemán en el mundo civilizado durante varias décadas. No obstante, y aunque sus logros en geopolítica fueron extraordinarios, desarrolló políticas de ámbito doméstico para sus conciudadanos alemanes de gran calado.

La más importante de todas ellas, y que ha sentado las bases de los Estados Sociales en los que se encuentran los países occidentales, fue el establecimiento de un sistema de seguros sociales de gran alcance, donde las pensiones para las personas que entrasen en la vejez constituyeran uno de sus pilares básicos. España tendría que esperar al final de la época de la Restauración para que esta medida de carácter social fuese una realidad.

El gobierno acaba de presentar una propuesta de modificación del sistema de pensiones que lo haga sostenible a corto, medio y largo plazo, condición que la Unión Europea ha impuesto a nuestro país si quiere seguir recibiendo ayudas económicas y financieras en los próximos tiempos. Algunos han puesto en tela de juicio su contenido. Son los divulgadores de calamidades, los agoreros y pregoneros ideologizados los que difunden a diestro y siniestro que el futuro de las pensiones no está garantizado.

Decía un conocido escritor argentino en sus diatribas intelectuales cuando describía la situación de la sociedad en la que vivía: «Es la confusión, la inquietud y la falta de asiento y seguridad en las mentes: los falsos profetas, los sembradores de cizaña, los demagogos y sofistas; servidos por los medios de publicidad más estupendos». Ya en los años sesenta del siglo pasado se decía que no llegarían las pensiones a nuestros días. Y la realidad es que no solo han llegado, sino que se han asentado y consolidado. Es cierto que se podrían mejorar, pero existen y se ingresan puntualmente a los millones de pensionistas es una realidad incontestable, dando cumplimiento al poco conocido artículo 50 de la Constitución Española según el cual los poderes públicos garantizarán, mediante pensiones adecuadas y periódicamente actualizadas, la suficiencia económica a los ciudadanos durante la tercera edad.

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