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Javier Pérez Andrés

Zamora Ilusión

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En estas horas machaconas que barruntan promesas que no se han de cumplir, no viene nada mal un poco de ilusión sin adulterar. Ocurrió en Ocellum Duri el fin de semana pasado. Y es que pocas cosas saben tan ricas como unas sonrisas sinceras y unas “consejas” cabales con esa pátina de vidas ejemplares y de sueños fantásticos. Tuvo lugar en la que fuera mansión de la calzada romana de la Vía de la Plata (lo dice Antonino Caracalla en su Itinerario y no seré yo quien lo niegue ni lo olvide, entre tanto desmemoriado traidor a Roma y a Santiago). En la Zamora peregrina que, si ya nos costaba reivindicar el Camino, ahora más con la insensata política santiaguista que abre todas las puertas al “francés” y cierra casi todas las puertas al Camino de Santiago del Sur por la Vía de la Plata. Nada, pero nada que ver con la Ruta de la Plata. Allá ellos. Hechas las reivindicaciones obligadas por quien suscribe, volvamos al pasado “finde” ilusionante en Zamora, esa bellísima ciudad europea y medieval hasta las trancas, la que cuenta con la mayor concentración de edificios románicos por metro cuadrado, con sus arquivoltas, rosetones, cruceros, capiteles, retablos, calvarios, devociones, huevos para que no llueva y truchas de motín. Todo, en perfecto estado de revista. Resulta que un mago zamorano, ilusionista de probada solvencia, con una cabeza bien amueblada y alborotada de rizos y de ideas geniales que se llama Miguel de Lucas nos mostró su mejor truco: el de la ilusión. Acertó por segunda vez con ese congreso de gratas perspectivas y claros alicientes. Miguel llenó el teatro Ramos Carrión de cordura, de buenas intenciones, de sueños posibles, de ilusión, de inteligencias naturales y emocionales y cedió la palabra al “Hermano mayor”, a la Punset y al “Ovejas”, actor genial, a Héroes sin capa, a vendedores de felicidad, a chicas llenas de chispa, y todos con mensajes de ilusión, de tirar “palante”, de levantarse de nuevo y de ir más allá, de sonreír a la vida en este puto valle de lágrimas. En este tiempo preelectoral que emborracha y embarra casi todo lo que nos rodea, sorprende ese maravilloso “Espacio en blanco”, con todo el misterio del otro Miguel incluido, que nos ha dejado un buen recuerdo en Zamora en este pasado fin semana. Me sumo a que Zamora sea capital y sede del Día la Ilusión.