Diario de Valladolid

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LO QUE NO se acaba de entender es que después del escándalo protagonizado por el Ayuntamiento de Salamanca con la Dubai charra el artífice de semejante patraña, el edil del extinto Cs, Fernando Castaño, de los Castaño Brothers del Cs charro, no sólo no haya dimitido, sino que no haya cogido un vuelo de Fly Emirates  y se haya dado tres vueltas al globo hasta desaparecer entre la dunas del desierto.

El ridículo, aunque indisimulado, se extendió a Diputación y USAL, que no desaprovecharon la oportunidad de exhibir la capacidad de hacer el mequetrefe junto a unos individuos ataviados con turbantes y sin cartera. Lo que la naturaleza no da, Salamanca no lo presta, ya seas ayuntamiento, diputación o universidad. Habría que remontarse a Bienvenido Mr. Marshall o la Biomédica de León, aquella en la que se llegó a poner una piedra en el camino, como en la ranchera, para encontrar un episodio tan patético de la política patria.

Deberían dimitir todos, volver a presentarse y volver a dimitir otra vez. Y aun así no se lavarían ni con todo el agua de la presa de Aldeadávila. Hay que ser memos para creerse que los jeques son multimillonarios porque van tirando por ahí el dinero. Lo son porque tienen petróleo, nos suben la gasolina por las nubes y sólo lo gastan en vicios para ellos.

En cualquier caso, este es el resultado de la nueva política que llegó de la mano de los advenedizos que anidaron en la necesidad de Ciudadanos y su crecimiento repentino. Aunque el asunto haya pasado, en este caso, de Castaño a oscuro, y por muy anaranjado que seas no te pongas colorado y te metas en casa y no salgas en cuatro años a ver si sale otro invento político para seguir agarrado al momio.

Por cierto que Garamendi, ese que se rasgaba las vestiduras con el salario mínimo, por no llamarlo salario ruinoso,  de 1.080, ha alicatado un sueldo de 450.000 al año con las subvenciones que proceden de  los contribuyentes de los 1.080. ¡Bamos Vien! (sic).

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