Diario de Valladolid

JAVIER RAMÍREZ UTRILLA

Influencers políticos

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VISTO lo ocurrido últimamente en el Reino Unido y lo que pueda pasar a medio plazo en Estados Unidos da mucha tranquilidad pensar que el futuro de nuestro planeta puede estar en manos de personajes tan ilustres, equilibrados e influyentes como Putin, Trump, Elon Musk, Bolsonaro o Berlusconi magistralmente acompañados en la región asiática por Xi Jinping o Kim Jong-un para aportar estabilidad

Imaginemos lo que podría salir de una cumbre internacional sobre la escalada nuclear, la política energética global, el nuevo modelo de crecimiento económico,, el cambio climático o cualquier otra  cuestión de transcendencia mundial con esa pléyade de líderes preclaros. El camarote de los hermanos Marx nos parecería un Comité de sabios al lado de semejante cónclave de iluminados.

Con este panorama  no es de extrañar que el equipo de propaganda de la Moncloa haya decidido lanzar al presidente Sánchez al mercado internacional como si fuera Julio Iglesias cantando en inglés. Desde luego coinciden en sus ímprobos esfuerzos por mejorar su acento británico para que, al menos, se les entienda. El caso es que con mejor o peor acento nos van a querer vender la capacidad de liderazgo internacional de Sánchez como adalid de la defensa global de las medidas sociales contra la crisis bélica de Ucrania a partir de la excepción ibérica. Ya veremos si con el objetivo de aparecer en las próximas elecciones como un candidato de talla internacional dos o tres escalones por encima de cualquier otro; o si, simplemente, se está labrando una salida en algún puesto relevante y bien remunerado de alguna Institución mundial.

Al menos de momento nos vamos librando de que a los influencers de verdad, esos que tienen hipnotizados a cientos de miles de jóvenes seguidores, no les haya dado por opinar sobre política. De momento opinan y recomiendan sobre moda, peinados, coches o experiencias gastronómicas pero el día que empiecen a mostrar sus preferencias políticas podrían ser decisivos en unas elecciones. Puede parecer una broma pero no olvidemos el actual equilibrio de fuerzas que puede ser desnivelado por el voto joven influenciado por estos personajes que cuentan con millares de seguidores incondicionales. No sería extraño que, en esas circunstancias, pudiera ganar unas elecciones el candidato más guay, el más simpático, el que mejor vista o el que lleve un peinado más cool. A este paso o retrasamos el acceso de los jóvenes a las redes sociales o la edad para el derecho al voto para no vernos gobernados por el/la político/a más guapo/a, más simpático/a, mejor vestido/a o más payaso/a. Que se lo digan a los ingleses.

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