Diario de Valladolid

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QUIEN tuviera la ocurrencia de hablar de fiscalidad diferenciada para luchar contra la despoblación, para aplicar ventajas a los lugares de España que tiene una densidad de población similar a la de Laponia, se equivocó, visto lo visto. Pero no porque el término sea impreciso, que lo es, ya que no responde a la realidad, sino porque eso de las diferencias en España es peliagudo y se reserva a territorios que viven en una permanente lucha para marcar diferencias respecto al resto de España. Y a esa lucha se pueden sumar grandes territorios como Madrid o Andalucía, pero difícilmente puede tener éxito Soria. Soria, sin embargo, suele conseguir la categoría de diferenciada, pero no tanto para las discriminaciones positivas como para las negativas. No hay más que ver el proyecto de presupuestos del Gobierno central. A Castilla y León le mete Pedro Sánchez la tijera, pero Soria consigue ser diferenciada, porque lidera el hachazo. No obstante, los socialistas sorianos no están descontentos, porque tiran de las partidas no provincializadas, no regionalizadas y demás para ver la botella medio llena. Pero da igual, incluso aceptando que la botella está medio llena en las inversiones, el hecho de que las ayudas de funcionamiento a las empresas instaladas en territorios escasamente poblados sigan sin ponerse en marcha para Soria, Cuenca y Teruel, las provincias en que las autorizó la Unión Europea en abril del año pasado, eso que erróneamente llamamos fiscalidad diferenciada. En los presupuestos de 2022 había una disposición adicional que prometía su puesta en marcha sin mayor concreción ni partida económica alguna. El proyecto de 2023 ignora esas ayudas. Soria, diferenciada una vez más, porque se le niega lo que permite Europa. Quizá cuando el Gobierno central aceptó la oferta de Bruselas de permitir esas ayudas no sabía de qué se hablaba y ni preguntó a los socialistas sorianos, que lo conocen perfectamente y lo defendieron con ardor. Se trata de que las empresas, por estar en lugares con muy poca población, vean reducidos sus costes de funcionamiento con ayudas del Estado. La ayuda puede ser hasta del 20% del coste laboral y una fórmula para aportarla es desquitándolo del pago a la Seguridad Social, como hacen en Noruega. En el norte de Europa funciona, pero aquí el gobierno no arranca. Parece que no le suena bien eso de que el dinero vaya a las  empresas. Quizá no crea que son las que realmente crean riqueza y empleo y que eso también beneficiaría a los trabajadores. Así que la apuesta parece seguir siendo por la diferenciación tradicional de Soria y que nada cambie. 

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