Diario de Valladolid

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¿UN nuevo pufo a la vista? Ojalá que no, pero llueve sobre mojado. En su visita a la Sierra de la Culebra –no sé si en falcon, helicóptero, ave, o en un ovni tripulado–, Sánchez evacuó dos solemnísimas declaraciones. Una, «Somos muy conscientes de la pérdida de biodiversidad y del mazazo, desde el punto de vista social, económico y medioambiental, que representa este incendio». Y dos, «Quiero trasladarles que el Gobierno de España también va a transferir dos millones de euros para la recuperación económica (…) y restaurar este precioso paraje». Palabra de Sánchez. Las declaraciones del Dios Sánchez –el misericordioso, el veraz, el sabio, el omnipotente, el dador de vida, el creador de riquezas, el salvador de las Españas, y mentor de pirómanos separatistas– son hoy en día tan consistes como las que soltaba Galdós en su célebre episodio de Chamartín: «Palabra y piedra suelta no tienen vuelta». Después de la simpar debacle de Andalucía, todo lo que diga el gran Sánchez es a beneficio de inventario: no se lo creen ni los lobos chamuscados de la Sierra de la Culebra.

¿Dónde han quedado las palabras de Sánchez en la desgracia de La Palma? Colgadas de la datilera donde todo es juerga. ¿Dónde las promesas del terremoto de Lorca que abrían el Banco de España en trombos? Desde hace pocos días ya lo sabemos: todo se ha resuelto con el módico precio 60.500 euros para demostrar que ese terremoto, precisamente el terremoto de Lorca, fue una prepotente y asquerosa conflagración machista. Al enterarse el Dios Vulcano, lanzó este improperio: ¡Tiene huevos la huevera!

Con estos precedentes, nada tiene de extraño lo que le dijo a Sánchez un vecino longevo de  Otero de Bodas (Zamora), al oír las promesas de un presidente increíble que jura y promete lo que hasta ahora jamás ha cumplido: «¿Arreglarlo? ¿Tú…? ¿Tú, arreglarlo…?». Bingo.

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