La edad de oro molido
DICEN que la edad de oro en un hombre está en los sesenta abriles. Demos por válida la teoría, con algunos años más, sin cuestionar la fuente. Añadiría al sexo contrario. Con el nuevo lenguaje lo del contrario o la contraria se ha diluido y el encontronazo a las seis décadas es mutuo. Imagínense que, un cuarto de siglo después de sacras ediciones, los obispos cambiasen el titular por Edades del Hombre y de la Mujer. Algunas jalearían la idea, aunque se viesen obligadas a leerse el Viejo y el Nuevo Testamento. Sin acritud.
Hasta aquí la magna exposición, solo como argucia de despiste para seguir por el camino de la edad de oro. A los sesenta en las parejas todo debiera ser paritario. Pensión de género. Y cierro casilla que no están los tiempos para jubileos ni para jubilarse. El sexto peldaño de la escala vital tiene su gancho. Su arte. Y no se trata de madrugar, las seis de la mañana pasaron a mejor vida. Para muchos. Y el sexo se resiente a partir de la sesentena. Pero ese es el cantar de los cantares de la edad de oro. Mas de 65 y el diablo acecha.
De ahí, que los monjes canten a sexta hacia el mediodía. Supongamos que todo va bien, pasada la decimosexta. Caminas mucho, comes menos y procuras no desgastarte. Quedan ahorrillos, los tuyos te dejan en paz y apenas pasas por el botiquín. Eso es la edad de oro molido. La de la suerte, la de disfrutar, la de aprender a decir no tres veces. La cuarta sueles decir otras tres sí.
Algunos logran el sueño de viajar. Los más lo hacen en comandita, que, según la RAE, se trata de unir fondos necesarios para una empresa comercial sin contraer obligación mercantil. Sigo sin entenderlo del todo. Las sociedades que conocí, pasaron a mejor vida. Prefiero la que dice que comandita es hacer en grupo lo que somos incapaces de hacer solos. Es más barato. Volvamos al seis. Pero esta vez jugando a restar. Tres menos y nos plantamos en la tercera edad, pero por poco tiempo pues la cuarta pide paso y las estadísticas amagan con la quinta gama. La cosa está en qué edad tiene uno a los sesenta y pico y donde está el quid de la cuestión. ¿Se sigue? ¿Se para? ¿O qué? Pues eso, que son las seis de la mañana y sigo. Alguien está manejando mal los números o da cuerda al reloj sin piedad. Buenos días. Y buena suerte, que la vamos a necesitar.