Diario de Valladolid

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EL DARDO en la palabra. Así se titula una de las obras de Gonzalo Torrente Ballester, que recoge los artículos más agudos de este literato en materia lingüística. Y es que el lenguaje perfecciona a la mujer y al hombre, y la mujer y el hombre perfeccionan el lenguaje. Su Crónica del rey pasmado hizo las delicias de los curiosos primero, y de los espectadores después, una vez adaptada al cine por Imanol de Uribe. En él cuenta cómo un monarca joven, inexperto y un tanto inocente tiene un deseo irrefrenable de ver a su majestad la reina desnuda. El autor aprovecha las situaciones embarazosas de la élite social y política del Barroco español para radiografiar con humor macarrónico, la antigua y todavía pujante corte imperial española.

Sin embargo, el autor que mejor relata la sociedad del españolito de a pie de la época, fue Quevedo en La vida del Buscón, llamado Don Pablos; ejemplo de vagabundos y espejo de tacaños. Las historias disparatadas y descarnadas que narra con maestría e ironía extraordinaria no dejan indiferentes al lector, que no para de reírse a lo largo de todo el texto, e incluso, crean sentimientos de compasión y misericordia en una España miserable, que no da oportunidades de prosperar sino es aprovechándose y estafando a los demás. Novela picaresca en estado puro.

 Alfonso Luceño y Luis Medina han sido acusados de fraude. La Fiscalía Anticorrupción lleva casi un año y medio investigando una posible estafa por el contrato de suministro de mascarillas en el Ayuntamiento de Madrid. Al parecer, con varias llamadas de teléfono, consiguieron colocar al consistorio madrileño mascarillas a precio de oro, obteniendo un exagerado e injustificado beneficio económico. Las gestiones que hicieron les reportaron millones de euros. Hay que tener jeta para actuar de esta manera. En el siglo XVII, los caraduras como Don Pablos engañaban para sobrevivir y llevarse a la boca un trozo de pan. Los sinvergüenzas como Luceño y Medina han estafado por avaricia, y la avaricia rompe el saco. Es el paradigma de la cultura del pelotazo: ganar cantidades estratosféricas sin dar un palo al agua. Y todo ello en medio de la pandemia, con miles de personas esperando mascarillas para protegerse. Hay una frase que resume a la perfección la actitud e intenciones de los protagonistas de este triste hecho: Pa la saca. Que la justicia les de su merecido.

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