El nuevo gran fiasco soriano
HACE un año se tiraban cohetes en Soria, como en Cuenca y en Teruel, porque Europa daba luz verde a lo que se ha denominado como fiscalidad diferenciada para las tres provincias por su crítica situación demográfica. Lo que se autorizó es dar unas ayudas fiscales a las empresas que en circunstancias normales son ilegales. Las vacaciones fiscales que estableció a principios los años noventa el País Vasco eran ayudas ilegales y las acabó tumbando Bruselas. Pero en el caso de la fiscalidad diferenciada existe el permiso previo de la Unión Europeo, que ya lo ha concedido en otros territorios despoblados del continente. Las ayudas de funcionamiento, término más correcto que el de fiscalidad diferenciada, supone que las empresas pueden ahorrarse hasta el 20% de sus costes laborales, porque el Estado se los devuelve a través de algún mecanismo. En Noruega lo hacen a través de las cotizaciones de la Seguridad y es la fórmula que las patronales quieren que se aplique aquí. Bruselas, antes de dar la autorización, como recordaba en estas páginas el presidente de CEOE en Castilla y León, Santiago Aparicio, preguntó al Gobierno de España si quería que lo hiciera, porque los europeos son caballerosos y prácticos y preguntan primero. porque para qué van a aprobar una medida que luego no se va a aplicar porque la rechaza el Estado que tiene que desarrollarla. Y la respuesta fue positiva. De ahí los cohetes en Soria, Cuenca y Teruel, porque se salvaba el último obstáculo, el de la UE, ya que aquí, en España, sobre el papel, todos los protagonistas estaban de acuerdo. Sin embargo, a lo largo de este año, el Ejecutivo de Sánchez empezó a plantear dudas para luego cambiar de criterio y decir que mejor que establecer una fiscalidad diferenciada sería dar ayudas concretas, es decir, subvenciones de las de toda la vida y como en todas partes, para que nadie se ofenda. En cualquier caso, mejor dejarlo de momento todo como está, que hay guerra en Ucrania. Son las dos últimas respuestas. Soria, como Cuenca y Teruel, están inmersas, una vez más, en un nuevo fiasco. No se sabe bien a quién ofende tanto que las empresas sorianas, turolenses o conquenses tengan un trato especial con el objetivo de que esos territorios con menos de 12,5 habitantes por kilómetro cuadrado no acaben siendo desiertos y tengan alguna posibilidad de revertir la situación. Estoy convencido de que hay un problema de envidia de alguien avaricioso, algún representante de los que lo quieren todo para ellos, que no soportan que se les escapen ni las migas, antes prefieren tres provincias desiertas.