Castración
SOBRE LAS APETENCIAS de la clase política respecto de sus ciudadanos es notorio que existe una clara preferencia por los eunucos intelectuales. Se trata, parece ser, de la situación idónea para la inoculación ideológica, en sucesivas y subvencionadas dosis, lo que asegura potenciales reelecciones, prórrogas en el cargo y aclamaciones en mítines propios de las mejores y más avanzadas sectas. Los votos, su extracción, bien requieren una mínima exploración y escenificación. Las imágenes de aquellos vendedores parlanchines de jarabes, ungüentos y crecepelos en las películas del Oeste americano no producen más sonrojo que los procesos de selección y formulación de candidatos de las formaciones políticas.
El mundo rural se manifestó ayer en Madrid. Las nuevas afloraciones normativas, al menos, aseguran que por muy burros que se tenga a las gentes del campo, ya nadie podría alegar que no se trata de seres sintientes. Algo es algo, en estos tiempos de autopercepción. Fórmula, que, por ejemplo, permite a maniquí Sánchez potenciar sus cambios de criterio en cuestiones de horas. Sobre el envío de armas a Ucrania, sobre la posición española respecto del Sáhara… Él se autopercibe como alguien, y, de repente, se autopercibe como el contrario de ese alguien. En términos podemitas no sería sino cabalgar contradicciones.
El caso es que la riada de cientos de miles de manifestantes ofrecía reivindicaciones diversas, múltiples, incluidas algunas propuestas creativas y eslóganes de cruda simbología. Lo cierto es que la relación del poder con el mundo agrario y ganadero es un buen termómetro sobre su grado de humanismo. Animalismo chic. Ignoro el resorte exacto, pero cuanta más atención dicen prestar los políticos a los seres sintientes no racionales menos se preocupan por los racionales. De momento, eso sí, hay que agradecer que solo regulan la castración sintiente no racional. Dada la deriva nada racional en esta regulación jurídica, que pretende tratar a los perros como a las personas, sería conveniente una encuesta rigurosa sobre su sentir en esta cuestión. Absténganse el CIS y los gatos.