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JAVIER RAMÍREZ UTRILLA

Inflaciones autonómicas

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LA inflación es el fenómeno más dañino y perjudicial para la economía de cualquier país. Los economistas la detestan y la temen más que a un «nublao» por ser imprevisible en su origen y causas e incontrolable en su duración y consecuencias. En Castilla y León la tasa de variación anual del IPC se cerró en Diciembre en el 7,3%, 11 décimas más que en el mes de anterior. En el conjunto de España la situación no es mucho mejor con una inflación acumulada del 6,5%, una de las más altas de la zona Euro.

Esta tendencia inflacionista es como una sombra silenciosa e incontrolable que lastra paulatinamente la capacidad adquisitiva de familias y ciudadanos. Hay muchas teorías al respecto pero ningún economista es capaz de definir con certeza las verdaderas causas de la inflación aunque de manera genérica se atribuya a un crecimiento del consumo y a una elevada demanda provocada supuestamente por un exceso de liquidez en el mercado. El problema es que todos estos factores son teóricos y no se corresponden del todo con la realidad de una situación excepcional provocada por la pandemia. Y lo que es peor, aunque de momento el BCE está aguantando, una previsible subida de tipos, como solución de la ortodoxia económica contra la inflación, generaría un daño aún mayor a los maltrechos bolsillos de los ciudadanos. Y es que el Euribor no atiende a razones y su evolución marcará en los próximos meses, mucho más que los fondos europeos, la capacidad adquisitiva de millones de ciudadanos hipotecados por este índice de referencia.

A nivel político vivimos también en Castilla y León una inflación electoral en forma de nacionalización de la campaña con la participación de los principales líderes políticos de nuestro país. Nunca antes habían venido por aquí tantos líderes nacionales en tan poco tiempo. Más de uno se volverá loco a la hora de votar buscando la papeleta de Sánchez, de Pablo Casado, de Abascal o de Arrimadas. Pues no, aunque parezca mentira, no se presentan.

Lo que no está claro es a quién favorecerá finalmente tanta inflación electoral y el hecho de que se haya elegido a Castilla y León como principal campo de batalla político de España. Aunque Pablo Casado asume un gran riesgo en su guerra a dos bandas contra Sánchez y Ayuso, es evidente que la presencia de Sánchez en Castilla y León, y la antipatía que generan por aquí sus políticas territoriales y sus alianzas gubernamentales, beneficia sobre todo a un Mañueco que sigue siendo el favorito en todas las encuestas.