Navalacruz, el día después
OCURRE con frecuencia, por desgracia con demasiada frecuencia, que la noticia se ceba con un topónimo y lo eleva a los titulares. El fuego es el mejor ejemplo de la propagación de lugares al filo de la noticia. Los hechos y el relato de la tragedia cargado de imágenes amargas se siguen con autentica emoción al segundo. Un incendio logra la complicidad solidaria y sentimental del común. Es cuando nos planteamos cada uno de nosotros si ocurriera lo mismo en nuestro pueblo. ¡Cómo duelen los árboles calcinados! Es fácil empatizar. De ahí que quiera un servidor traer a colación a Navalacruz. Precisamente, la chispa de una tragedia que se inició en plena carretera motivada por el incendio de un vehículo. Una mecha que prendió con voracidad incontrolable y alcanzó una dimensión sin precedentes y que acabaría con más de 20.000 hectáreas, tras haberse vencido tres reproducciones en sus cerca de 50 km² de término. Ahí están los daños por sufragar - algunos irrecuperables- y las circunstancias por aclararse del todo algún día. Un pueblo ya conocido por la singularidad de algunos de sus paisanos célebres y en los últimos tiempos por los harramachos, protagonistas de su vistoso carnaval, un guiño antropológico de un feliz regreso al pasado en sus calles y plazas. Mascarada de invierno. Tienen raíces aquí el patinador Javier Fernández y los deportistas de élite David Sánchez, yudoca, e Iker Casillas, ambos a la altura de las circunstancias estos días a pie de fuego. Hasta el joven Diego, al frente del único restaurante de la localidad, ha echado el resto. Y todos los vecinos. Se quemó hasta lo desbrozado, los duros robles y los fresnos, cuyas varas simbolizan la dureza y la flexibilidad de la justicia. Parece milagro de la Virgen de Longueras que se hayan salvado, a duras penas, el millar de cabezas de ovino y caprino. Otro tanto de vacuno y caballar con ese gesto solidario de ganaderos de otras tierras ante el pasto y el pajar perdido. Para una población de apenas 280 habitantes, el golpe ha sido duro. Vendrán las ayudas, las declaraciones de catástrofe, pero el día después pasará por insistir en el turismo rural, quién sabe si en una quesería, en más alojamientos, jornadas gastronómicas, murales y esculturas de harramachos y senderismo por tierra quemada. Sí, aunque suene fuerte. Y más conciertos. Además de ese plan de reforestación anunciado. Nunca más a mano el ejemplo de Pedro Bernardo ‘Siempre Verde’ para seguir sus pasos.