Idiotez por entregas
No es una derrota. Lo de Afganistan es una idiotez por entregas que revela hasta qué punto la ignorancia y el oportunismo en política pueden convertirse, de la noche a la mañana, en una insolvencia generalizada.
Sabíamos que Biden está gagá y que le faltan tornillos. Pero no imaginamos que su staff –aparceros del progresismo y de la historia en bicicleta– estuvieran en pelotas. Han salido por patas de Afganistán como borricos de estirpe, compadres de terroristas, y con la democracia en el retrete. Y no digo más porque esto es una brevería y los dígitos se cuentan a cuentagotas como los suspiros de libertad. Lo cierto es que Biden&cía han dado la alternativa a los talibanes. Éstos –todos ellos LGTB hasta las trancas– se han comprado un microondas para hacer de Occidente palomitas.
Si esto pasa en las alturas de la política mundial –EEUU ya trabaja codo con codo con los malvados tostadores, y la Unión Europea hace manitas con ellos «porque han ganado la guerra»–, lo que ocurra en España o en Castilla y León es insignificante. Como aceleradores que somos de la insolvencia, sólo nos queda la tarea formidable que nos asignó Calderón en El gran mercado del mundo: «No darle al necio más que paja y cebada». Con la democracia en descomposición, los tiranos del mundo están felices y en alza. Aquí y ahora, la progresía sanchuna anda en babuchas, los peperos in albis, los podemitas sembrados y el resto de mantenidos al desgaire. Todos, todas y todes hablan a porfía del rescate de niñas y de mujeres afganas, pero en realidad se la suda. Qué gentuza de políticos tenemos. Son peor que los talibanes haciendo caja en la recolecta del opio. ¿Y qué pasa en Castilla y León? Fuera de los fuegos, muy poco o nada. Se está considerando, muy seriamente, que la décima provincia capital La Habana, se amplíe con la sucursal talibana capital Kabul.