Mi peregrina me enamoró
La tercera sede de Las Edades del Hombre, en Sahagún. Releo a Torbado y me sumerjo en el epicentro del Medievo con su peregrino Martin de Châtillon. Obra cumbre de la literatura de viajes jacobea. Ahí está la joya franciscana de La Peregrina, en lo más alto, dominando el solar de los poderosos benedictinos cuya triste cronología de abandono y ruina describió Javier Rivera con precisión. El sueño perdido de Millán Bravo para un Centro de Documentación del Camino. Y el parque de maquetas del bueno de Valentín. La llegada de Las Edades a Sahagún -se hizo justicia- la dignifica y complementa con San Tirso. Salgo de la joya mudéjar con la imagen de la Divina Pastora (repetidora en la exposición) de Salvador Carmona, el navarrés. Fascinante la pastorcilla. Dejo atrás a la Virgen con Niño, de Juan de Juni, que vino de Tudela de Duero. Y otra joyita que ha toreado en muchas plazas de arte vino de la comunera San Martín de Segovia: La imposición de la Casulla a San Ildefonso, del enigmático y anónimo “Maestro de las once mil vírgenes”, y tan segoviano. Obra que pasó la ITV en el taller de la Fundación. O el grupo escultórico de Juan de Valmaseda, con los doce apóstoles y María apiñados en una media luna en la que el escultor saca partido a la madera con impactantes rostros de asombro. Otra joya. Como las de los maestros de Becerril y de Osma y la de Oteiza, y las dos de Juan Ortiz “El Viejo”. ¡Qué arcano de policromía! Ahora sí, asciendo hacia La Peregrina con emoción contenida. Un cuarto de siglo siguiéndola desde el convento al santuario. Me puse en el móvil la melodía de la Divina Peregrina con la voz de Joaquín Díaz. Camino de Santiago. Con grande halago. Mi peregrina me encontré yo. Y al mirar su belleza, con gran presteza, mi peregrina me enamoró…
La misma que cantamos en el 2012 cuando rememoramos los del Camino de Madrid su llegada a Sahagún desde Rioseco hace 365 años. Es la virgen más bonita del Camino, y eso que la imaginera sevillana Luisa Roldan talló solo cara y manos. El resto, candelero vestido. Mi peregrina vive de continuo en el convento de las Benedictinas, en un arriba y abajo permanente. En Las Edades se luce en el ábside central. Y es que la virgen barroca y nacarada de La Roldana es muy facundina. De ahí el fervor de sus gentes. Solo por verla en su santuario ya renta la visita a Las Edades, junto al resto del palmarés artístico.