Diario de Valladolid

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EN esta semana se publicarán los datos de coyuntura turística del INE correspondientes al mes de junio en establecimientos hoteleros y en la próxima semana los relativos a turismo rural y establecimientos extrahoteleros. Sólo faltan los datos de Egatur y Frontur sobre turismo internacional para completar la ensalada mensual de datos turísticos procedentes de diferentes fuentes en muchos casos contradictorias. Por increíble que parezca nuestras estadísticas turísticas a nivel nacional se siguen sustentando básicamente sobre criterios cuantitativos referidos al volumen de turistas y de pernoctaciones. De alguna manera es como si el gerente de un centro comercial midiera el éxito de su gestión por el volumen de personas que entra en su establecimiento.

En Castilla y León llevamos años apostando por un modelo de desarrollo turístico que tiene más que ver con la calidad de los servicios, la generación de gasto, el perfil de los turistas o la creación de empleo y no sólo con la cantidad de turistas que nos visitan. Un modelo que se ha ido extendiendo al resto de Comunidades Autónomas pero que no se ve reflejado en el actual sistema estadístico del sector.

Es cierto que en cualquier actividad de gestión pública o privada son al final las cifras y los datos los que concentran la atención y reflejan de manera más objetiva los resultados de esa gestión con independencia de los planes, estrategias o programas desarrollados para llegar a esos resultados. Dicho en términos futbolísticos se puede jugar bien, mal o regular pero lo importante al final es ganar los partidos. Se trata de una realidad perfectamente compatible con la adecuada evolución de las estadísticas turísticas hacia un modelo que tenga en cuenta las infinitas posibilidades de las actuales tecnologías vinculadas al big data y a la inteligencia artificial en el ámbito turístico. Una tecnología que permite realizar análisis estadísticos que aportan información de mucho más valor a la hora de diseñar estrategias de promoción, formación, señalización, información o cualquier otro ámbito de la gestión turística.

La incorporación del big data al turismo nos permite conocer con precisión cuál es el perfil de los turistas, sus preferencias, por dónde se desplazan, cuál es la estructura de su gasto turístico, qué recursos turísticos consumen más habitualmente o incluso conocer sus opiniones sobre los mismos y segmentarlas por mercados. Es decir, una radiografía detallada en tiempo real del turista y su comportamiento que resulta de enorme utilidad estratégica y comercial no sólo para las administraciones sino también para el sector. Lo importante ahora es saber aprovecharlas y dejar de contar turistas.

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