Las Cortes como reflejo del esperpento de la política
Las cortes de Castilla y León, esa institución cada vez más desapegada de la realidad y los ciudadanos y que nos cuesta 21 millones de euros al año, van camino de convertirse en un esperpento de dimensiones inconcebibles, si es que no lo es ya. Y fundamentalmente es mérito de los partidos políticos que las pueblan. Ciudadanos y PP protagonizaron ayer un episodio nada edificante para la política. Después de meses resistiéndose a una comisión de investigación sobre lo ocurrido en las residencias durante la pandemia y la gestión aplicada por el ejecutivo autonómico, salieron ayer muy complacientes para anunciar casi otra comisión más, a la vista de que no pueden parar la que va a haber. Lo hicieron un día antes de que se constituya oficialmente la comisión solicitada por la oposición y que ahora PP y Cs no pueden parar al haber perdido la mayoría parlamentaria. Pero pueden dilatarla con estas artimañas procesales. ¿Si la comisión era tan pertinente como ayer defendieron PP y Cs, sustentos del gobierno regional, a qué han estado esperando tanto para no registrarla? Lo peor de todo es instrumentalizar el drama humano como estratagema política. Y es lo que, consciente o inconscientemente, perpetraron ayer PP y Cs en las Cortes de Castilla y León. La tragedia que hemos vivimos, y que especialmente han vivido nuestros mayores, principales víctimas mortales del virus, no puede convertirse en un elemento de regate parlamentario. No se puede frivolizar como ayer hicieron PP y Cs con latragedia al inventarse, de la noche a la mañana, una nueva comisión con la única intención de combatir a la mayoría parlamentaria, que hoy está en manos de la oposición. PP y Cs están a tiempo de rectificar el desatino anunciado ayer. No lo harán, seguramente. Porque la política actual es más propensa a perpetuarse en el error que a salir de él. Los ciudadanos se lo recompensarán en las urnas.
Y mientras, las Cortes de Castilla y León sigue en su camino de abandonar la esencia de su naturaleza, ser el legislativo, para convertirse en una especie de CIA en Castilla y León. Seguramente la agencia norteamericana, con sede en Langley, Virginia, no tendría capacidad para tanta comisión de investigación. Comisiones de investigación que se alargan en el tiempo sin sentido, comisiones absurdas como la de los Miner, cuyo único resultado es engordar las nóminas de los parlamentarios que no tienen dedicación exclusiva y así evitar su fuga al grupo no adscrito. El gasto político de la Cortes de Castilla y León en la actual legislatura, y especialmente en medio de la tragedia de la pandemia, no tiene parangón en sus cuatro décadas de existencia.
Miles de euros arrojados por el sumidero de la peor política que los ciudadanos pueden recibir cuando más auxilio precisan. Una vergüenza y un desatino el proceder parlamentario de los grupos. Han dejado de ser las Cortes de Castilla y León, donde reside la soberanía ciudadana, para mutarse en la Corte de los políticos y sus intereses partidistas y personales.