Diario de Valladolid

Creado:

Actualizado:

NO merece la pena hacer recuento de las cosas que se han dicho durante esta pandemia y sobre las que luego se ha cambiado drásticamente el criterio. Ni tampoco hacer recriminaciones, porque se ha equivocado todo el mundo, incluidos los expertos, por un motivo claro, que se trata de un virus que cuando llegó a nuestras vidas era totalmente desconocido y que, ahora que está instalado y vive a sus anchas entre nosotros, tampoco se sabe todo sobre él. Y no es ningún reproche a los científicos, todo lo contrario, pues han hecho un esfuerzo impresionante para dar con claves importantes e incluso descubrir varias vacunas en tiempo récord. Se han ganado el reconocimiento de todos y ojalá esta dramática crisis sanitaria sirva para concienciar definitivamente a nuestros políticos de que hay que prestar atención a la presupuestariamente tan maltratada ciencia y a quienes son capaces de hacerla avanzar.

Ha habido mensajes que se instalaron en la sociedad por interés político, como en el caso de las mascarillas, ya que inicialmente se dijo casi que no servían para nada por el único motivo de no angustiar a una población que no podía acceder a ellas. En cuanto hubo producción suficiente se hicieron no solo imprescindibles sino también obligatorias. Con las pruebas diagnósticas ha pasado algo parecido, pues mientras la Organización Mundial de la Salud insistía desde el primer momento en la necesidad de hacer todas las que se pudieran como herramienta para romper las cadenas de transmisión –se hizo popular la frase de su director general, Adhanom Ghebreyesus, pidiendo «test, test, test»– todavía hay cuestiones relacionadas con ellos que se ponen en cuarentena, pero mucho menos ahora que hay material abundante, cada vez más eficaz y más asequible. Los cribados masivos han sido objeto debate, pero ahora son cada vez más frecuentes.

Castilla y León, con los test de antígenos de segunda generación, se ha puesto manos a la obra y está haciendo cribados aleatorios y masivos, como el que se inicia hoy en la capital soriana para una población objetivo de 40.000 personas, es decir, todos los residentes en la ciudad salvo menores de 16 años, quienes hayan estado contagiados hace menos de tres meses y los que hayan sido declarados contactos estrechos. Se va a hacer en tres días, lo que necesita una cuidada organización que bien podría servir para vacunar cuando las dosis lleguen en cantidades suficientes.

Y no hay críticas a una medida que no va a ser la solución pero sí puede servir para evitar algunos futuros contagios. Bienvenidos los «test, tes, test»

tracking