El cocodrilo hinchable
DISTRACCIÓN DE LA MENTE
LAS LETRAS hispanoamericanas son tan extraordinarias como desconocidas. Aunque hay autores famosos a nivel internacional, como el genio argentino José Luis Borges, el peruano, Premio Nobel de Literatura, Mario Vargas Llosa, el colombiano Gabriel García Márquez, cuya obra “Cien años de soledad” recomiendo vivamente, o la poetisa uruguaya Ida Vitale, no es menos cierto que la mayor parte de sus obras pasan desapercibidas para los lectores españoles.
Uno de ellos, es Alfonso Reyes, poeta, ensayista y diplomático mexicano. Nacido en 1889 en la ciudad de Monterrey, pertenecía a una familia adinerada muy cercana al poder de los gobiernos de Porfirio Díaz. Esta circunstancia hizo que, durante la revolución de Pancho Villa, su padre fuera asesinado. Tal fue la obsesión por la persecución que sufría, que escribía con una escopeta cargada encima de la mesa en la que trabajaba. Borges escribió de él que había sido el mejor prosista en lengua española del siglo XX. Le encantaban las anécdotas. Y no solo contarlas y narrarlas, sino que fue protagonista de algunas un tanto desternillantes.
Era vox populi la relación adúltera que mantenía con su secretaria, habitualmente, para más inri, en su biblioteca particular. Pues bien, estando en plena “faena” de exégesis de textos, su mujer entró en la habitación y le espetó con un temple fuera de lo común: “Estoy sorprendida”, a lo que el sarcástico escritor contestó, mientras se abrochaba como podía el batín de terciopelo color rojo chillón: “No querida. Lo que tú estás es estupefacta. El sorprendido soy yo”.
Recientemente los medios de comunicación se han hecho eco del amorío de verano del veterano torero Enrique Ponce, de 48 años, con una joven desconocida de 21, almeriense, llamada Ana Soria. Aparecen fotografiados en una piscina subidos en un cocodrilo hinchable. Parecen dos adolescentes, aunque él un tanto talludito y con injertos en el pelo (¿se lo habrá hecho en Turquía?). El avezado torero encarna lo que el sociólogo polaco Zygmunt Bauman denominó -acertadamente- como posmodernidad líquida, y que una de sus manifestaciones más pragmáticas en las sociedades occidentales es el cambio de casa, coche, compañer@. ¿Cómo se lo habrá tomado su ex, Paloma Cuevas? Por su formación y estatus social, no creo que haya reaccionado como la mujer de Alfonso Reyes, pero quién sabe…Si el diestro se ha equivocado o no, el tiempo lo dirá.