El virus del miedo
Quizá sea el momento de recordar como un programa de radio impregnó de pánico en 1938 a muchos estadounidenses que creyeron bajo la magia de Orson Welles que nos estaban invadiendo los alienigenas. En España, actualmente nos movemos entre la ansiedad hipocondriaca, la indiferencia ante una gripe más y el ingenio de hacer chistes y memes por las redes. El miedo colectivo puede ser mucho más contagioso y propagarse a más velocidad que el propio virus: «compro masivamente porque veo comprar a todos», la psicologia de la supervivencia. Sin duda, uno de los problemas es que la alarma social nos puede llevar a colapsar el sistema. La lógica nos dice que cuanta más tensión, más probabilidad de un ataque de histeria. La incertidumbre, el miedo a lo desconocido y el pánico a una enfermedad mortal nos pueden hacer tomar decisiones irracionales, más emocionales e instintivas, como compras compulsivas de papel higiénico o robar mascarillas de los hospitales por si acaso... como un efecto placebo que nos proporciona una falsa seguridad y control de la situación. Los agujeros de la incertidumbre nos invitan a caer en la fabulación y si además, encontramos información contradictoria, razón de más para poder irnos a posiciones extremas. No pocos agudizan la picaresca en las reventas por internet de equipos de protección y geles hidroalcoholicos, inflando su precio de forma abusiva. Los diseñadores han aprovechado el tirón para lanzar mascarillas de lujo para las celebrities. A nadie sorprendería que tras el toque de queda de confinamiento en casa suban la tarifa dé Netflix... Pero hay que recordar, que si hemos evolucionado como especie es porque hemos colaborado unos con otros, y no por las respuestas individuales. El mejor antídoto frente al virus del miedo y amortiguar la ansiedad es una adecuada información, seguir las medidas básicas de prevención recomendadas: contención, distancia de seguridad, higiene adecuada; y la responsabilidad pensando en lo social, en las personas más vulnerables y en las consecuencias de colapsar el sistema. En definitiva, estar alerta pero sin caer en la histeria.