Diario de Valladolid

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Y APARECIÓ un crisol entre mis labios. Y pensé en buscarlo entre mis apuntes y tocarlo con mis manos. Crisol se escribe, se funde y se toca. Para ello, debía acudir a mis fuentes sólidas, a mis notas sobre barreros y caolines y a los milenarios hornos sayagueses que cocieron barros que funden mentales desde tiempos de Viriato. Pero no pudo ser. Ya les he contado que mi único patrimonio son miles de libros y millones de papeles y carpetas en el más perfecto desorden que esperan su holocausto. Junto a sus páginas, multitud de objetos, cachivaches, recuerdos y achiperres y mucho barro y cántaro. Aguardando a la noche de las llamas largas. A la última hoguera.

Nunca fueron tan libres mis libros, pues andan sueltos, sin numeral, fuera de su estantería y campan a sus anchas jugando a los montones. Ahí están los títulos y sus autores desperdigados en sentimental preformance –como ahora llaman a lo que antaño decíamos «hacer el indio»–. Desde ahí en los días claros se divisan los Picos de Europa. Supongo que esas serán las últimas secuencias que, curiosamente, me devolverán a la niñez. A la costa donde me parieron y a las faldas de otro castillo de sotanas… Allí escuche por vez primera la historia triste de los marinos que lloraban emocionados al divisar desde la mar los Picos de Europa. Doña Teófila, mi abuela, maestra y terracampina, me dijo que Jorge Guillén había escrito unos versos sobre el castillo que se yergue soberbio en el solar donde nació su abuela, a la sazón mi tatarabuela. Y me insistía en que estábamos emparentados con los Guillén de Torremormojón.

Cosas más increíbles no he desmentido como para hacerlo ahora con mi supuesto parentesco con el autor de «Del amanecer y el despertar», que según mi abuela escribió cuando me nacían. El caso es que, volviendo al crisol y a los crisoles, se habrán dado cuenta que tuve que recurrir la Wikipedia. Alta traición. Y a primer pantallazo leo que la antropología arrincona la expresión de «crisol de razas» por prejuicio social. No gusta el término raza y sí lo de crisol de culturas, etnias y religiones y de ahí mosaico y sociedad multiétnica. Que es lo fuimos y somos. Y es aquí donde quería llegar en estos momentos en los que mi país, España, mi región, Castilla y León, y si me apuran mi continente, Europa, han dejado se ser crisol de culturas para convertirse en simples cazos de plástico donde se funde la ignorancia y la falta de solidaridad.

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