Diario de Valladolid

VALLISOLETANOS OLÍMPICOS | GLORIA CASADO

La mujer que abrió las aguas

La nadadora fue primera la deportista femenina de la Comunidad en acudir a unos Juegos Olímpicos, acudió a Moscú 80, donde acabó finalista en el relevo / Sólo siete españolas participaron en la cita moscovita

La olímpica Gloria Casado posa con su toalla de Moscú 80 con una piscina de fondo.-M. Á. SANTOS

La olímpica Gloria Casado posa con su toalla de Moscú 80 con una piscina de fondo.-M. Á. SANTOS

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Guillermo Sanz

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El padre de los Juegos Olímpicos modernos, Pierre de Coubertin, renegó hasta su muerte de la presencia de mujeres en la competición. No sería hasta 1900 cuando se vio a una deportista asomar la cabeza entre los aros olímpicos. El camino ha sido -y es- largo, difícil y lleno de muros que derribar. Uno de ellos lo tumbó a brazadas una vallisoletana: Gloria Casado.

De la misma manera que Moisés abrió las aguas del Mar Rojo para que su pueblo encontrara el camino, la nadadora hizo lo propio con las de la piscina para guiar a otras mujeres. Su nombre no aparece en las sagradas escrituras, pero sí en la de la historia del deporte, donde en el índice cronológico aparece el suyo como el de la primera mujer de Castilla y León en participar en unos Juegos Olímpicos.

Nadar desde Valladolid hasta Moscú fue una travesía que Gloria Casado comenzó a recorrer como un juego cuando apenas tenía ocho años. «Una amiga iba en invierno a la piscina y me dijo que por qué no iba con ella. Fui una vez y ya no salí del agua», bromea la olímpica. El agua de la piscina del Zorrilla fue el hábitat natural de una velocista con la misma ciencia infusa para nadar que los peces.

Con 12 años participó en Sabadell en su primer campeonato de España absoluto. «De ahí salí internacional», recuerda Gloria Casado, que ese año entró en la selección española absoluta. La vallisoletana se convirtió en una niña prodigio que pasó su juventud entre hoteles y aviones. Uno de ellos la pudo llevar con 13 años a Montreal, pero el crono fue un duro guardia de aduanas. «Si hubiese hecho un poco menos de tiempo hubiera podido nadar el relevo de estilos», recuerda la nadadora.

La ‘mariposa’ vallisoletana terminaría rompiendo su crisálida olímpica cuatro años después para volar alrededor del Kremlin; un avión que casi pierde por una lesión. «Tuve la oportunidad de nadar los 100 libres, pero me rompí el tobillo tres meses antes y no pude nadar para hacer la mínima. Me conformé con recuperarme para hacer el relevo», recuerda. La última criba la superó ya en tierras moscovitas; un cruel examen final en la que una de las candidatas se quedaría en la puerta de los Juegos Olímpicos. Casado se hizo con la llave de un camarote que compartió con Natalia Mas, Margarita Armengol y Laura Flaqué.

Gloria Casado se vistió de gala para pasear en el desfile inaugural junto a las otras seis mujeres que representarían a España en Moscú. Detrás de ella, pisándola los talones -literalmente- estaba Fernando Romay, con el que mantiene una amistad. «Me pasé todo el desfile riñéndole porque me sacaba el zapato todo el rato», recuerda. Acabaría jugando al waterpolo sobre sus hombros junto a otros jugadores del equipo de baloncesto.

No todos los momentos fueron tan placenteros en Moscú, donde la presión se medía en pascales. «Cuando pasamos a la final lloramos porque teníamos que volver a nadar. Tienes tal nivel de responsabilidad que quieres acabar cuando antes», recuerda. «Este es un deporte en el que compites contra el crono» y ese mismo relevo retó a la aguja con un récord de España que duró nueve años al bajar por primera vez de los cuatro minutos.

Gloria Casado fue la última que tocó la pared de la piscina en Moscú en ese 4x100. Puso la firma a un octavo puesto que pasó a la historia por más que por lo deportivo. «En esa época para la mujer se gastaba mucho menos dinero. Abrimos un camino que se sigue abriendo y espero que ahora mucho más», desea la vallisoletana, que se convirtió en la guía turística de varios españoles en Rusia, donde ya había estado compitiendo en la Spartaquiada meses antes. «Sabía dónde tomar una cerveza», bromea la nadadora.

Moscú fue la primera y última parada del circuito olímpico de Gloria Casado. Su potencial la invitaba a estirar su leyenda como un chicle -el mismo que le duró en Moscú cinco días-, pero decidió pararla, sin mirar atrás, después de una competición en Holanda. «Con 17 años decidí no volver a ponerme el chándal de España. Tiré para adelante para llevar una vida lo más normal posible y trabajar en lo que más me gusta», como monitora de natación en la FMD. La olímpica salió de las aguas internacionales, pero no de la piscina, donde continuó alimentando su palmarés con el FASA-Renault.

Gloria Casado dio su último aleteo- discreto y humilde, como ella- tiempo después, pero su efecto mariposa aún se deja notar cuando se mira por el retrovisor de la historia de la natación vallisoletana y española.

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