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Redacción de Valladolid

Ataques a la dignidad

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NOS TIENEN tan distraídos por el mercadeo de sillones en el bazar de la política nacional, regional y municipal que nos hacen olvidar realidades más o menos cercanas. A punto como estoy de irme de vacaciones, algo que no puede hacer la cuarta parte de los ciudadanos de la región en la que vivo, constato cabreado que ninguno de los dos grandes líderes que van a cogobernar esta Comunidad han tenido la menor referencia en estos días de trueques a esa encuesta oficial que nos dice que en esta Castilla y León vaciada crece la pobreza (casi 400.000 personas), que casi se duplica la más severa y que son más que hace un año los ciudadanos con dificultades para llegar a final de mes.

Y no me extraña que lo ignoren. Esa sonrisa cómplice de Mañueco e Igea el pasado martes, ante la atenta vigilancia de sus jefes de Madrid, revela la satisfacción de haber conseguido lo que les importa: no perder el poder (PP) y ‘conseguir’ para su partido lo contrario de lo que prometió a sus votantes (Cs). Lo demás, importa menos.

No empezaron demasiado bien. Algo temían o algo ocultaban los firmantes del pacto. El futuro presidente de la Junta (PP) y su consejero de la Transparencia y Regeneración (Cs) explicaban esta semana su acuerdo de gobernabilidad prohibiendo preguntas de los periodistas. ¡Vaya comienzo de la luna de miel!

Los valores sociales cotizan a la baja. Aquí y en las negociaciones (¿?) para formar gobierno en España.

Pedro Sánchez mira sin éxito al centro vacío que abandona Albert Rivera. Pablo Iglesias se enroca en los cargos y en un incomprensible gobierno de cooperación en lugar de reivindicar la cuota de medidas sociales que le corresponde por su resultado electoral. Adiós a esos «viernes sociales» y a esos programas para los más vulnerables que asustan a los poderes económicos que no votan directamente.

Mientras tanto, no muy lejos de aquí, en Italia, el ministro del Interior Matteo Salvini intenta sin éxito amedrentar a la capitana que arriesgó su libertad por salvar las vidas de 40 migrantes. Un sueño que no pudo conseguir Óscar, ese padre salvadoreño fallecido en Río Bravo que arropó con su camiseta a su hija Angie, de 21 meses, cuando huía de las condiciones de vida en su país e intentó pasar de México a un prohibido EEUU.

La situación en este ‘primer mundo’ no es tan dramática en términos globales como la de quienes huyen por ríos o por mar. Pero allí como aquí hay dramas ocultos y prioridades. Alguien dijo que «la pobreza es un ataque a la dignidad humana». No me negaránque tienen trabajo los que han decidido dedicarse a la política.

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