Diario de Valladolid

El pasado mira al futuro tras una red

Más de 400 jugadores de todas las edades disfrutan en el Lourdes de una fiesta del voleibol que celebra las bodas de plata del ascenso del equipo de la UVa a División de Honor

Los participantes en el día delMinivoley posan en el polideportivo del colegio Nuestra Señora de Lourdes.-MARIANOGONZÁLEZ

Los participantes en el día delMinivoley posan en el polideportivo del colegio Nuestra Señora de Lourdes.-MARIANOGONZÁLEZ

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GUILLERMOSANZ VALLADOLID
Valladolid

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La red de voleibol se convirtió por un día el pasado sábado en una bola de cristal en la que el pasado del voleibol pudo mirar al futuro de este deporte... y viceversa. Todo ello con los pies en el presente, tierra que siembran los más de 400 jugadores de base que se citaron en el colegio Nuestra Señora de Lourdes para sumar una vela más (la 31ª) al Día del Minivoley.

Fuera de las aulas sobrevoló una lección de historia para los más jóvenes. La organización del evento quiso brindar por las jugadoras y técnicos que hace 25 años auparon a la Universidad de Valladolid a División de Honor. Ellas balizaron un camino que hoy sueñan con recorrer cientos de jugadores y jugadoras y demostraron que la universidad va más allá de sus fronteras académicas; una lección bien aprendida por los chicos del equipo de voleibol de la UVa, campeones de España universitarios tras derrotar al titán UCAM en la Comunidad Valenciana; un hito también reconocido en el Día del Minivoley, que puso la guinda con un partido de exhibición en el que participó el equipo universitario, apuntalado con Luis Martín (ex de la UVa y jugador del Río Duero de División de Honor). SilverStorm completó el elenco de homenajes por su respaldo al voleibol de base.

Los reconocimientos fueron como la firma en un lienzo, la última pincelada. Antes, hubo muchas más y, es que, desde las 9 de la mañana cientos de balones taparon el sol. Era previsible. A pesar de que el Día del Minivoley coincidió con la última jornada de escolares para categorías benjamín, alevín e infantil (algo que impidió romper su techo histórico de participación) más de 400 jugadores desde escuela hasta juveniles respondieron a la llamada del voleibol. 20 colegios y clubes, 70 equipos y 155 partidos repartidos en nueve canchas es la traducción en números.

Además de la mayoría de clubes y colegios de la capital y de los equipos de Arroyo, Tordesillas y Santovenia, el Día del Minivoley tuvo como invitado al Club Voleibol Palencia y dio la bienvenida al Valladolid Club Voleibol y a una pequeña escuela de Villanubla, que disfrutaban del debut en una cita en la que la competición no está invitada, sólo la diversión. No hubo vencidos, pero sí vencedores: el voleibol y los cientos de jugadores que se midieron en partidos de 4vs4 a dos sets en los que pudieron salirse de la rutina y hacer equipo con quien ellos quisieran.

El Día del Minivoley es, en sí mismo, un reto. Sin embargo, la organización quiso dar una vuelta de tuerca y entonar el circense ‘más difícil todavía’. Si el año pasado plantearon su ‘reto voleibolista’ en dar simultáneamente toques por pareja, este año logró que 500 personas realizaran un toque en el pabellón del Lourdes; un número que queda lejos de los más de 2.000 que se reunieron en Polonia con motivo del Campeonato de Europa para marcar un Guinness, pero que hizo el ruido suficiente para recordar a la gente que el voleibol está (y muy) presente en Valladolid. Esta iniciativa se conjugó con una propuesta que ha ido ganando adeptos con el paso de las ediciones: el concurso de dibujo, un motivo para que los más pequeños hagan del deporte arte y viceversa.

La dulce locura del Minivoley hizo del colegio Lourdes el parque de atracciones de los amantes de la red. Las recepciones, los saques, los bloqueos, los puntos y los sets se convirtieron en los actores protagonistas de una gran obra. Sin embargo, detrás de las bambalinas disfrutaban del trabajo bien hecho todos los encargados de organizar este clásico del deporte de base; una tarea que cada año cuenta con más jóvenes voluntarios. El Club Lourdes se multiplica y los voluntarios levantan la mano para hacer posible este sueño. Los más jóvenes se ‘clonan’ para ayudar a montar y desmontar las pistas, repartir regalos, pitar... sin olvidar que también ellos se visten de corto, porque ser anfitrión no es, ni mucho menos, sinónimo de no poder disfrutar de la fiesta.

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