Diario de Valladolid

EDITORIAL

La Junta debe replantear el bilingüismo hacia el consenso

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EL BILINGÜISMO, COMO toda la Educación en su conjunto, es un asunto lo suficientemente serio para que no llegue sin acuerdo, sin el obligado consenso y con una victoria de mínimos. Y ese justo es lo que ha sucedido con el plan de biligüismo.

Por eso, la Junta debe replanteárselo para buscar el consenso. La Consejería de Educación debe detraer el tema, devolverlo a la mesa de negociación y tratar de alcanzar ese acuerdo.

LOS cinco sindicatos más representativos del ámbito educativo autonómico se han plantado ante la Consejería por su rechazo a atender cualquier alegación al borrador de la Orden que regulará el bilingüismo y han reclamado su retirada total.

El departamento que dirige Fernando Rey ha unido a las cinco centrales en su unánime rechazo al documento, en el quetambién se hacen oídos sordos a las aportaciones de la comisión de expertos creada por la propia Consejería en noviembre de 2016. Pero no sólo, las asociones de padres y madres y los alumnos de la enseñanza pública también muestran su rechazo. Y tampoco alcanzan a entender la obstinación en poner en marcha una plan que se aplicaría dentro de dos años, justo ahora al final de la Legislatura.

Es obligado, como ya se ha remarcado en más de una ocasión desde estas mismas páginas, que se trabaje por ese consenso para mantener el nivel del bilingüismo que, en la Comunidad como toda la Educación, es a la vista de los diferentes informes. Razón por la que se entiende aún menos que ahora no se busque ese acuerdo de todos los actores de la comunidad educativa.

Las prisas no son buenas, y menos en el sistema educativo. Por eso se hace necesario un plan con un calendario claro de implantación del bilingüismo para saber cómo acometerlo y cómo formar y acreditar la incorporación de nuevos profesores.

Hay preguntas lógicas que se hacen los sindicatos que deberían encontrar respuestas razonables. Seguramente la Consejería tendrá argumentos para eludir todas las razones de esa enmienda a la totalidad que se le plantean, pero de ahí a evitar asumir todos los argumentos hay un largo trecho. No puede trabajarse con criterios maximalistas. Es hora de sentarse a trabajar para alcanzar un acuerdo. Y en eso deben empeñarse todas las partes, pero principalmente la Administración. La demanda del necesario consenso no implica que el borrador de Educación no tenga aspectos positivos, pero una reforma de semejante relevancia nace mal si se lleva a cabo de manera unilateral y sin atender las razones de los máximos representantes del profesorado y el alumnado.

Se impone su retirada y replanteamiento por parte de la Junta para buscar el consenso de todos los actores en un asunto tan importante como la Educación.

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