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CUANDO las leyes digan lo que tienen que decir, poco lugar quedará para las ideologías. Con unas reglas del juego claras, la cursilería del tramposo tendrá los pasos contados. Es cierto que esta premisa necesita quien ejecute con firmeza y justicia los quebrantamientos de la norma. Sin más. Cuando se habla de una sentencia ejemplarizante ya sabemos que detrás existe la presión de unas siglas, un movimiento, una deriva, un complejo o una búsqueda de beneficio por quienes reclaman un fallo no exacto, sino desmesurado.

Y luego está la educación, no tanto como civismo, que también, sino como capacidad de comprender. Saber qué y para qué. Sin falsas e ilusionarías trascendencias, y sin amargos y derrotistas eslóganes que quieran derribar lo humano meramente por su fragilidad fugitiva. Ese punto en el que la persona sabe quién es y, por lo tanto, también sabe que los demás no son más, ni son menos.

Esa intersección sana de coordenadas legales y éticas, de madurez y de sensatez, que debe evitar verse sometidos a derivas y presiones, a modas y coyunturas. Ese territorio en el que, por ejemplo, la presunción de inocencia es un principio constitucional que va más allá de tres palabras y de la tinta que se imprime en el papel para que puedan ser leídas.

La inocencia, y su presunción, son dos de los enemigos de las ideologías imperantes. Así, que un etarra condenado por viles crímenes consiga trabajo no sólo es bien visto por los políticos, sino que lo entienden como una reinserción social positiva. Que los ex jugadores de la Arandina procesados por supuestos abusos pudieran trabajar en lo suyo, el fútbol, no le pareció bien a Alicia García. Señora consejera: ¿La presunción de inocencia supone anticipar la culpabilidad e impedir el derecho, también constitucional, al trabajo? Incluso una condena firme: ¿debe suponer no poder trabajar en lo que cada cual sepa hacer?

No sé si a la señora García le impondrían y condicionarían tanto las ideologías si ejerciera su ya largo trayecto en la política en el norte de Italia. No me imagino a Cristiano Ronaldo viendo jugar a la Juve en el salón de su casa.

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