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EDITORIAL

Erasmus, el programa que abrió la puerta de Europa

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TREINTA AÑOS SON los que han pasado ya desde que se pusieran en marcha, con aquel segundo gobierno socialista de Felipe González, las becas Erasmus. Una oportunidad que sirvió, y todavía sirve, para abrir la puerta de Europa a los estudiantes universitarios y del que han sabido aprovecharse muy bien los diferentes universitarios castellanos y leoneses.

Pero el Erasmus es mucho más que compartir vivencias en otros países y con otros universitarios, que por otra parte ya es mucho. Además, supone abrir las puertas de par en par a conocer el sistema académico que se enseña fuera, a lo que se le une el fundamental aprendizaje de los idiomas.

En lo que no puede caer nunca este tipo de becas, que tan bien se articularon en sus inicios, es en convertirse en un mero viaje de fin de curso, en el que los alumnos sólo busquen las experiencias lúdicas. Ese sería el gran error, primero de los propios jóvenes univesitarios y, por supuesto, de las administraciones que lo articulan, que no hay que olvidar conceden las becas con dinero público para que puedan llevarse a cabo este tipo de experiencias y de intercambios.

Italia, Portugal, Francia, Reino Unido, Alemania y Polonia son los principales destinos hacia los que dirigen sus pasos los estudiantes castellanos y leoneses que se acogen a una de estas becas Erasmus. Pero no sólo, porque las puertas se abren también a países antes impensables, como Finlandia Eslovaquia, Hungría, Turquía, Rumanía y Noruega.

Elenco de países que da una idea de lo que realmente ha supuesto y está suponiendo el programa Erasmus, que permite a los universitarios poder llegar a países a los que nunca antes se hubieran imaginado hacerlo, al menos no en su etapa estudiantil.

Riqueza idiomática, cultural y de experiencias que le servirán en su desarrollo educacional futuro. A lo que se le añade el hecho de aquellos que deciden quedarse en los países a los que acuden como Erasmus o regresar nada más concluir sus estudios.

Todo esto y mucho más es lo que las becas Erasmus llevan ofreciendo desde su creación allá por el año 1987. Y eso es lo que deben proteger y continuar incentivando las administraciones, central y autonómica, y las universidades.

El programa ya está en marcha y se ha demostrado que funciona. Lo que ahora toca es mejorarlo con más becas, más programas y más países para que sean muchos más los jóvenes que puedan entrar a formar parte del mismo.

Si Europa no es vista ahora ya como ese gigante inaccesible, en gran medida es gracias a programas como este de los Erasmus que contribuyeron a abrir de par en par las puertas de Europa a los jóvenes estudiantes.

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