Diario de Valladolid

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EL CUERPO me pide hablar de solidaridad en la víspera del «referéndum» catalán. Seguramente porque hay muchos frentes donde el derecho a decidir cobra mayor dimensión. El mismo día en que Rajoy mendigaba una foto con el insolidario Trump, se hacía público que España sólo ha acogido al 13,7% de los 9.323 refugiados que debía reubicar en nada menos que dos años. Apenas 1.279 personas se han beneficiado de un derecho al asilo restringido de antemano. El Gobierno incumple sus compromisos y la Comisión Europea es incapaz de penalizar a los países en asuntos de elevado calado social.

Con la notable excepción de alguna ONG, detecto escasa sensibilidad en Castilla y León sobre el futuro de las personas que huyen de las guerras injustas. Esta conciencia sólo emerge con imágenes como la del pequeño Aylan arrojado muerto a la playa. La Comisión Española de Ayuda al Refugiado ha denunciado esta situación bajo el paraguas de una campaña que ha llamado ‘Muro de mentiras’, para poner ante el espejo la construcción de una Europa que ignora el estado de personas que no puedan rehacer sus vidas en un entorno seguro.

Produce vergüenza que un Gobierno sólo cumpla el 13,7% de sus compromisos de solidaridad y se sitúe al margen de sus obligaciones legales con un Ejecutivo europeo que mira para otro lado en asuntos sociales de envergadura.

Una ONG se pregunta qué pasaría si decidiéramos pagar sólo el 13,7% de nuestros impuestos. ¿Qué pasaría si cada uno de nosotros dejara de cumplir en un 86% con los compromisos en el día a día con el trabajo, con la familia o con los estudios?

El muro de mentiras puede extenderse a otros campos insolidarios cotidianos donde una legalidad laboral insoportable les excluye de una vida digna. Al de las pensiones más menguadas, al de los parados sin prestación, al de los pobres ocupados con nóminas permanentemente en rebajas… Son otros muros de insolidaridad dominantes con quienes peor lo pasan; porque los Gobiernos sí son cómplices y sensibles con quienes detentan los poderes económicos o financieros. Y si no, miren a las eléctricas, a los fabricantes de automóviles o a los bancos.

Una parte importante de Cataluña reivindica su derecho a decidir. La ceguera política del PP y sus secuaces ha elevado la tensión. Unos y otros nos imponen su agenda. Unos y otros elevan también otros muros de insolidaridad creciente que causan vergüenza.

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